𝕮𝖔𝖒𝖕𝖗𝖆 𝖉𝖊 𝕽𝖊𝖌𝖆𝖑𝖔𝖘

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(AU moderno, En su mayoría va a ser dialogo, y leve mención de Jacegon para los amigos)

-Agh, ¿Se puede saber por qué demonios tengo que acompañarte? - se quejó Aegon mientras caminaba tras su hermano, arrastrando los pies.

Aemond dio un largo y profundo suspiro, reuniendo fuerzas de quien sabe dónde para no darle un solo golpe en la cara para que cerrara la boca, había estado quejándose desde que salieron de su casa y el menor de los hermanos no tenía la paciencia suficiente para seguir aguantándolo.

-Porque además de mí, no hay nadie en casa que aguante tu estupidez y porque nuestra madre me pidió que te mantuviera alejado del trago, aunque sea por un mes, y dejándote en casa sin supervisión, eso sería imposible

Aegon puso los ojos en blanco al escuchar su explicación y resopló, molesto.

-Pero es que hemos estado caminando por horas y aun no me dices por qué, ¡Estoy cansado!

En seguida, Aemond desvió la mirada con bastante vergüenza y un leve color rosa adornaba sus mejillas, no sabía si debía responder o no a la pregunta, quizás podría inventarse alguna mentira, pero no fue necesario ya que su hermano se dio cuenta de la situación en cuanto vio el rosa en las mejillas del menor.

-Oh, ya entiendo... - murmuró entre risas - ¿Vienes a ver un regalo para alguien especial?

-Tal vez... - respondió sin despegar la vista del suelo.

-Aww, mi hermanito ya se está haciendo un hombre, y dime, ¿Quién es la afortunada señorita?

Aemond giró su cabeza para mirar a su hermano, bastante confundido por la pregunta, lo único que dijo fue "¿Señorita?", entonces los ojos de Aegon se abrieron, completamente asombrado, de su boca sólo se escapó un suspiro.

-Vaya, no sabía que tenías gustos... diferentes... entonces, ¿Quién es el chico afortunado?

-Es Luke...

Otro silencio incomodo.

-Por Dios, Aemond, ¡¿Te estás cogiendo a nuestro sobrino?!

El hermano menor rápidamente le tapó la boca con una mano para que dejara de hablar cosas que no le incumbían.

-Cállate la maldita boca un segundo, ¿Quieres? Y no, aun no...

Aegon sólo sonrió complacido y soltó una pequeña risita burlona antes de seguir con su camino en completo silencio, vaya milagro. Después de una larga caminata, Aemond se detuvo abruptamente frente al escaparate de una tienda de peluches, pensó que, tal vez al pequeño Velaryon podría gustarle alguno de ellos, su hermano suspiró y puso los ojos el blanco, dudaba mucho que algo tan infantil serviría como regaño, si fuera él quien comprara un regalo de navidad para su pareja, elegiría algo que fuera más de su gusto, tal vez algo de lencería erótica, pero claramente Aemond no haría eso, a pesar de ser ya un adulto, seguía pensando como un niño en algunas ocasiones. El joven de un solo ojo buscó en todos los estantes algo que podría ser del agrado de Lucerys, ¿Tal vez algún animal marino? Podría servir, a su sobrino le gustaban ese tipo de cosas, quizás una ballena, un pulpo, un caballito de mar, o tal vez... De repente su mirada se posó sobre dos grandes animales de peluche en un rincón, dragones, uno plateado con ojos de botones morados, aunque uno de ellos estaba medio saludo, el otro era de un marrón oscuro, casi negro con ojos de botón verdes, sin darse cuenta, una leve sonrisa se formó en los labios de Aemond, de cierto modo esos peluches le recordaban a él y a Lucerys.

-Ese dragón se parece a ti, ¿En serio vas a regalarte a ti mismo? - Aegon se rió detrás de él.

-Cállate, es el regalo perfecto - frunció un poco el ceño mientras tomaba en brazos el animal de peluche - es algo lindo y a él le gustan esas cosas, además... Siempre me dice cuanto me extraña

-Que cursi...

-Que tú y Jace sólo piensen en coger no es mi problema - respondió burlonamente, sacando a la luz uno de sus secretos para callarlo de una buena vez.

Aegon se quedó en un profundo silencio, ya no pensó en seguir desafiándolo ahora que su hermano sabía su más grande secreto. Aemond se dirigió a la caja registradora, triunfante, no solo por haber silenciado a su hermano, sino también por tener el regalo perfecto para su amado Lucerys.

-Quiero llevarme este dragón de peluche - se escucharon dos voces que dijeron las mismas palabras y al mismo tiempo.

El de un ojo giró la cabeza con sorpresa, y se sorprendió aún más al notar que el dueño de la otra voz no era otro más que su amado Lucerys Velaryon, quien sostenía entre sus delgados brazos el otro dragón de peluche que había visto.

- ¿Qué haces aquí?

-No, ¿Qué haces tú aquí?

-Oh por los dioses, no se molesten todos sabemos a lo que vino cada uno, sólo paguen de una vez y dejen sus cursilerías para otro momento - Interrumpió Aegon, molesto - Oye Luke, será mejor que traigas a Jace para la próxima o no dejare de molestarlos

Lucerys simplemente sonrió.

-Claro, aunque en realidad se quedó en el auto en el estacionamiento, deberías ir a verlo

Y tan rápido como Luke terminó de hablar, Aegon desapareció de la vista de ambos, corriendo al estacionamiento.

-Aunque Daemon también está ahí... Ups

-Eres cruel, pero me gusta – dijo Aemond, sonriendo de igual forma.

Luego de que ambos pagaran por sus regalos, salieron de la tienda y decidieron caminar un poco mientras esperaban oír los gritos de auxilio de Aegon cuando se diera cuenta de que Jacaerys no estaba solo en el auto.

-Bueno, se suponía que sería una sorpresa para navidad, pero... ya estamos aquí – Luke extendió los brazos y le ofreció a su tío el dragón de peluche que había comprado – para que no me olvides

Aemond sonrió con ternura y lo aceptó gustoso, también extendiendo su dragón.

-Para que no me extrañes...

Luke tomó su regalo entre sus brazos y sonrió complacido.

-Es imposible no extrañar a quien amas, querido tío

-Pues yo digo lo mismo, es imposible olvidar a quien más amo en este mundo, taoba...

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Ya en casa de Aemond.

- ¿Quieres soltar ese animal, aunque sea para comer? – Preguntó Alicent, mirando a su hijo.

-Jamás


FIN.

𝕷𝖚𝖈𝖊𝖒𝖔𝖓𝖉 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖒𝖆𝖘 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora