Capítulo 5: Condenados

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Un diluvio. Un aguacero, con miles de relámpagos en el cielo, sobre un volcán a punto de hacer erupción. Así podrían definirse las emociones de Seok-jin en ese momento que Jung-kook abandonó tan tranquilo la habitación, tras aquel vil artificio. Incluso, siendo dominado por su cólera, se había atrevido a contestarle a Ho-seok de una manera grosera, muy impropia de él. Como si hubiera sucumbido ante la posesión de algo siniestro hablando en su lugar. No lo dejó con una buena sensación al final y ofreció disculpas.

―Oh, Jin-hyung...

Hobi mostró un encandilamiento que no sentía, inclinando un poco su cabeza y sonriendo. Pero al instante siguiente borró el gesto, mostrando mesura y acercando su rostro al suyo.

―No te perdono ―dijo, con alarmante circunspección, negando con la cabeza ―. Pero te tengo buenas noticias, Jin ―Se dejó ver jovial de nuevo ―. Tú no recibirás el castigo.

―Ah... ¿n-no? ―emitió, sin abandonar su preocupación.

―No ―Movió su dedo en alto, desplazándose a su alrededor a paso lento y deteniéndose a su espalda ―. Lo recibirá Taehyung-ah ―dijo, dejando caer sus manos pesadas sobre los hombros del mencionado.

Su cuerpo se tensionó de golpe, aunque quien hipó fue Jin. Extraño.

―¿Yo? ¿Y yo por qué? ¿Qué tengo que ver? ¡Solo vine a sacar la maldita basura! ―protestó, mientras su compañero abría los grilletes, cazándolo rápido del pescuezo para que no se le escape.

―¡Espera, él no hizo nada!

―¿Quieres ocupar su lugar?

―¡Lo haré! ¡Sí!

―Qué mal, porque no me da la gana.

―Ah, todo yo, ¡todo yo! ―Se quejó el castigado.

Ho-seok lo guio hacia el extremo de la sala, donde se encontraba un sillón de estilo odontológico. Con solo verlo Taehyung levantó y negó con su dedo, rehusándose a avanzar. Ya había estado postrado en aquel asiento y no había sido nada grato. No obstante, empleando gran impulso y poco esfuerzo, Hobi prácticamente lo levantó en el aire y lo recostó sobre el asiento. Con suma ligereza, producto de la práctica, apresó sus muñecas a los lados con unas gruesas correas ya listas. V entró en pánico, pero más comenzó a agitarse en cuanto el sillón reclinó su respaldo hacia atrás, dejándolo extenuado.

―Oye, Ho-seok. Espera por favor, ¿qué le vas a hacer?

―Castigo, Seok-jin. Mi especialidad ―dijo, volteando a verlo por encima de su hombro, tirando con firmeza de la correa.

Los otros dos sintieron ese apretón, erizándoles la piel y tensando además los músculos de sus rostros.

―Oh, casi lo olvido ―dijo, alzando un dedo en alto y aproximándose hacia Jin.

Se quedó detrás de él y del bolsillo de su pantalón sacó un trozo de tela, la cual subió hasta su rostro.

―¿Qué haces? No, no, no, no, no. ¡Deja eso! ―protestó, moviendo su cabeza de un lado a otro, pero aun así no pudo evitar que amarrase la tela y vendara los ojos ―. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué haces esto?! ¡No veo nada!

―Es la idea, Jinnie. Es la idea ―susurró cerca de su oreja, dándole una palmada en el hombro y volviendo con Taehyung, quien poco contento lo miraba ―. Tranquilo. Prometo que no será como la otra vez ―le dijo, dándole una suave caricia sobre su cabeza.

―Será peor, ¿verdad?

―Sip. ―Se llevó las manos a los bolsillos y apretó los labios.

―Oh, ahora sí me relajaré ―expuso sarcástico.

El infierno en la tierra (+18) #BNAWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora