V.

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Después del dos va el tres, 

mientras cuento olvido lo mal que me sentí.

Del tres al cinco van dos...


Y la tristeza no falla en volver a mí,

se aferra a mi persona y no parece querer desprenderse de mi ser.

Vuelvo a mi tendencia de solo permanecer,

me aíslo y me culpo, eso es todo lo que sé hacer.

Alejo al resto y me convierto en alguien incapaz de querer.

Aunque en el fondo deseo que alguien me busque y me haga ver,

me haga ver que esta mierda vale la pena aunque no lo pueda parecer...

Poemas de un alma en penaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora