Después del dos va el tres,
mientras cuento olvido lo mal que me sentí.
Del tres al cinco van dos...
Y la tristeza no falla en volver a mí,
se aferra a mi persona y no parece querer desprenderse de mi ser.
Vuelvo a mi tendencia de solo permanecer,
me aíslo y me culpo, eso es todo lo que sé hacer.
Alejo al resto y me convierto en alguien incapaz de querer.
Aunque en el fondo deseo que alguien me busque y me haga ver,
me haga ver que esta mierda vale la pena aunque no lo pueda parecer...
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Poemas de un alma en pena
PoezjaMeras cavilaciones en forma de poemas, que tratan de endulzar la existencia de un miserable poeta.