Tarta Saint Honoré ❭𝙆𝙞𝙡𝙡𝙪𝙜𝙤𝙣 ✧

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Apoyado sobre las cuerdas de la esquina del cuadrilátero, Killua se limpia el sudor con el brazo, la respiración irregular debido al esfuerzo puesto hace tan solo unos segundos contra su oponente y amigo, Gon Freecss, a quien conoció casi por accidente entre tantos enfrentamientos victoriosos dentro del famoso edificio, el Coliseo del Cielo. Años dentro del lugar y manteniendo un puesto alto en el ranking semanal, mensual y anual le dieron ciertos beneficios, como el de usar salas de entrenamiento completamente equipadas por tiempo indefinido sin miedos o molestias por ser interrumpidos.

Éste decidió, luego de unos pocos meses de conocerse con el otro Alfa, que lo compartiría con él. Solo si a cambio, una vez al mes, podían medirse sin restricciones sobre la plataforma elevada. —¿Quieres seguir?—se siente más sediento y hambriento de lo normal, pero lo ignora al tomar la botella de agua y beber de ella.

Gon sonríe mientras truena los huesos de sus hombros, —¡Claro! —el mayor ignora completamente los hematomas en su cuerpo o en el de su rival, un fuerte moretón en su mejilla de un aterrador color violeta. Da unos saltitos de felicidad cuando el albino se levanta y se acerca un poco agachado. Coloca las manos al frente, cubriendo su rostro con sus manos y su estómago con los brazos. Da el primer golpe, estrellándose directamente en los brazos que el pálido usa de protección. Eso había dolido, empujarlo hacia atrás le sirvió para recuperar posición. Esa misma mañana, luego de un pequeño enfrentamiento casi rutinario en el Coliseo (ambos deben pelear una cierta cantidad de veces al mes, y ganar, para mantenerse en sus elevados puestos en el ranking) Killua le había pedido ir a la sala de entrenamiento para pelear juntos, algo de rutina se podría decir, había peleas que no dejaban saciadas sus ansias de un combate decente, así que usaban este método para "relajarse".

Son alfas después de todo, y amigos por suerte, sino, la sala que ahora comparten, cubierta de feromonas de sus olores tan dispares, sería una sala de tortura para el uno o el otro. Pero servía también como repelente para cualquier tonto que quisiera entrar.

Representaban una amistad algo rara, fuera de lo común. La sociedad imponía que dos individuos de misma naturaleza no podían coincidir o llegar a buenos términos y en parte era cierto. Quizás ese obstáculo fue lo que reforzó su relación.

Ambos eran competitivos. Se reflejaba con facilidad en el momento de quedarse practicando, podían pasar horas y horas sin darse cuenta. 

Gon es un joven similar a Killua si se trataba de entendimiento sobre sus castas, conocían lo básico más por experiencia que por ayuda parental o escolar. Criados por la calle y las aventuras, si son temidos, es porque no conocen la forma de vivir en sociedad.

En las calles o en el ring el albino tiene el mismo problema y es que se confía demasiado de su habilidad o intelecto. Se había llevado varias palizas por ello, pero no termina de aprender la lección, quizás el orgullo le pasa factura. Al relajar por solo un instante su postura recibió una fuerte patada solo unos centímetros por debajo de la línea de costillas, a veces improvisaban haciendo un tipo de pelea mixto. No era raro que combinen diferentes técnicas, además resultaba más entretenido. Aunque lo logró bloquear apenas, hizo que ahora él retrocediera varios pasos. Su labio algo roto ardía como nunca, no sabía de dónde sacaba tanta fuerza. —Carajo, Gon. Te estás desquitando que te diera patadas la última vez. —sonríe limpiando su frente, caminando por el borde del cuadrilátero. Los ojos rasgados se cierran por el repentino dolor en el estómago, abrazador. Gon se quedó quieto por la repentina mala reacción del menor, lo había notado dar un paso en falso. Los ojos celestes se clavan en su cuerpo al intentar volver a colocarse recto. Podían pasar demasiadas señales en solo segundos.