Por sexta vez

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DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Tatsuya Endo.

[...]

─«Tres horas» ─calculó.

Atento al reloj de la famosa boutique de Berlint, Loid siguió el ritmo del segundero con una paciencia envidiable y casi obsesiva; el «silencio» de la sala de espera agudizó sus sentidos y con plena seguridad, juró que el tintineo del filamento lograba oírse hasta la plaza de la ciudad. Del cinco al seis, la manecilla dio media vuelta para subir: «¿Acaso no podía detenerse?». Suspiró por tal pensamiento, tamborileó sus dedos sobre el brazo del sillón y sin más ideas en mente, elucubró un plan para sabotear el paso del tiempo en dicha máquina.

─Un minuto ─respondió una voz jovial que Loid reconoció al instante.

─¿Eh? ─miró a Myra, su hija de diecinueve años.

─Pasó un minuto ─señaló el reloj de pared y con discreción, notó el ligero sonrojo de su padre tras verse descubierto─. Escuché que Anya pisó el vestido por error y rasgó una parte de la cola. No creo que tarden mucho en coserlo...

─Hmp ─contuvo su risa─, tu hermana no tiene remedio.

─Ya la conoces ─Myra tomó su mano─. No deberías preocuparte, papá: la boda saldrá espectacular.

─¿Preocuparme? ─se enderezó para fingir calma─ Claro que no, ¿por qué habría de estarlo?

─Porque se te nota... ─inclinó la cabeza.

Loid no pudo responder al instante y sintiéndose aturdido, atrajo a su hija por el hombro para abrazarla: sabía que era inútil librarse de su intensa mirada y si bien la belleza de sus ojos celestes colaboraba con ello, le temía más a su gran habilidad para analizar a las personas. Aquel detalle solo lo hizo sonreír; sin duda, esa herencia venía de su parte.

─Chocolate... ─masculló otra voz.

─¿Lucas? ─Loid miró a su último hijo de doce años, recostado a la izquierda de su hermana.

─Tengo hambre, papá ─insistió con un puchero─. ¿Cuándo comeremos?

─Todavía falta para eso ─acarició su cabeza con su mano.

─Pero mamá dijo que sería pronto ─sollozó─. ¿Por qué demoran tanto?

─Porque así son los matrimonios ─sonó impaciente.

─¿Ahora entiendes por qué papá quiso que acompañaras a Bastian? Solo piénsalo ─Myra miró hacia el techo y a medida que soñaba despierta, una sonrisa divertida aparecía en su rostro─: ¡miles de bocaditos en el comedor de la Mansión Desmond! ¿Cuántas brochetas y sándwiches habrán repartido?

─¡Así no me ayudas! ─se quejó el pequeño Forger.

─¡Pero no jales mi vestido! ─replicó la joven.

─Oigan, quietos... ─Loid trató de calmarlos.

─¡Terminamos! ─de repente, Yor interrumpió la discusión al correr las cortinas que separaban la sala de espera de los vestidores, dejando oír los gritos emocionados de Becky y Melinda en el interior─ ¿Quién está listo para verla?

─¡Yooo! ─gritaron Myra y Lucas al mismo tiempo.

La sonrisa de Yor no tardó en aparecer y le dio espacio a sus hijos para que pasaran a la otra habitación. Sin bajar la cortina, contempló cómo sus retoños admiraban la belleza de Anya y ya estaba por unírseles, hasta que oyó el rechinar del sillón. Fue allí cuando su alegría se tornó en desconcierto, mucho más al ver a su esposo de pie, indeciso y frotándose las manos exageradamente.

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