°𝑳𝒂 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂

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   El aire fresco proveniente de los altos árboles del bosque inundaba todo aquel que estuviera por la zona de la arboleda, por esta misma zona pasaba un carruaje bastante elegante decorado con flores talladas de la misma madera con la estaba hecho el vehículo, este se guiaba por dos corceles, blancos como la nieve avanzando a toda velocidad por el camino destapado que guiaba hacia un pueblo bastante lejano de su punto de origen; en el carruaje se escuchó un pequeño suspiro, de un joven emplumado tanto en cabellera y dónde deberían ir las orejas, de prendas hechas con lana de oveja que se había teñido un poco por el tiempo fijando su mirada en la primera hoja o cosa interesante que pasará delante de sus ojos, aún que sea para entretenerse un poco.

  —¿Cuándo voy a llegar? Este viaje está siendo eterno...— Se quejó posando su mejilla en su mano, la travesía era cada vez más aburrida, con alguna piedra en el camino que de vez en cuando irrumpía en el movimiento de las ruedas.

   Pasaron una, dos y tres horas de camino insonoro para por fin llegar a su destino, un pueblo de gran renombre llamado Karmaland, tierras caracterizadas por sus memorables costumbres, pasado, gente y sus héroes, aquellos dotados con grandiosas habilidades para protegerse a ellos mismos y a su gente, para eso mismo había llegado el joven del carruaje, se le había propuesto hace unos días por medio de una carta, ser parte de las filas de los héroes de Karmaland con ciertas recompensas en el camino; y pensando en los beneficios que le brindaban al estar allí aceptó sin dudar.

  —Woooaaaah...— Al llegar les recibió un portón gigante avisándoles que habían llegado a su destino, el gran pueblo de Karmaland; que claro, dejo impactado al pequeño emplumado. El carruaje entró hasta el centro del lugar dónde encima de los bellos patrones hechos de mármol y obsidiana obscura se hayan dos personas esperando su llegada. Un hombre anciano de camisa azul, encorvado por la vejez junto a una barba bastante larga y canosa; a su lado un hombre relativamente mayor que el emplumado, su cabello azabache adornado con pequeñas estelas moradas junto con un peinado casi antigravedad, llevaba ropas de brujo que hacían contraste con su sonrisa y sus ojos púrpuras con un brillo intenso. El vehículo se detuvo justo enfrente de los dos hombres, la puerta se abrió y de ahí salió el tan esperado pasajero a las tierras que serán su nuevo hogar.

  —¿Joven Quackity?— Preguntó el anciano, el llamado dejó de admirar el paisaje para ponerle atención

  —Si señor— Respondió con firmeza

  —¡Excelente! Bienvenido a Karmaland joven Quackity, espero se sienta cómodo en nuestro pueblo—

  —Ay... Muchas gracias señor...—

  —Merlon— Completó con una sonrisa y luego señaló a quien le acompañaba —Y este es Vegetta, mi mano derecha y el segundo al mando de Karmaland—

  —Un gusto Quackity— Le extendió la mano y el contrario alegremente la recibió —Seré tu guía durante la siguiente semana, te enseñaré el lugar y luego podrás asentar tu casa en cualquier parte de los extremos del pueblo—

  —Ay pues... Muchas gracias Vegetta—

  —No hay de qué Quackity— Le sonrió para volver a estar del lado de Merlon, quien sacó una pequeña medalla de su bolsillo para entregársela al híbrido, aquel la recibió con duda, era una medalla con un símbolo de una "K" con muchas frutas a su alrededor.

  —Esta medalla joven Quackity, es el símbolo de protección y prosperidad de nuestro pueblo, llevarás está insignia con honor y firmeza— El emplumado se quedó un poco pensativo, había logrado escuchar un tipo de tono melancólico escondido en las palabras que querían transmitir orgullo hacía el menor; Quackity ante esto intentó acercarse para consolar al de mayor edad con un abrazo o algunas palabras para ayudarle, sin embargo Vegetta de inmediato se puso enfrente de ellos dos para después tomar al contrario de los hombros desviándolo de su objetivo de consolar a Merlon intencionalmente, como si supiera que él iba a...

  —Vamos Quackity— Ordenó con suavidad y con la misma sonrisa amigable que le había dado anteriormente —Te hospedarás en mi castillo por el momento, tengo un cuarto para visitantes que te va a encantar—

Quackity no pudo hacer nada más que asentir ante la petición del azabache, se había quedado atrapado en lo que él llamaba "esa hermosa mirada" que poseía el mayor; sin darse cuenta lentamente empezó a caminar mientras en la lejanía pudo escuchar "Hasta luego Merlon" mientras seguía su camino al frondoso bosque hacia el supuesto castillo de Vegetta. Pasaron el bosque sin problemas y lograron llegar a su destino, la entrada del castillo, en ese momento el joven héroe logro escuchar un tipo de "clic", la vista se amplió para él como si hubiera tenido los ojos cerrados todo este tiempo, logró observar unas escaleras inmensas hechas de piedra obscura con antorchas en cada escalón.

  —¡Quackity!—

  —¡Ahh! ¿¡Qué pasó!? ¿¡Dónde estoy!?— Empezó a preguntar a los cuatro vientos, el repentino golpe de conciencia lo había dejado totalmente confundido hasta que Vegetta una vez más lo agarro de los hombros tratando de calmar al más "pequeño"

  —Tranquilo niño respira, a lo mejor te has confundido, el bosque está encantado, puede que haya sido una criatura que te haya confundido—

  —Una... ¿Criatura?—

  —Criaturas de magia, son formaciones vivas de magia pura— Empezó a relatar mientras ayudaba al emplumado a subir las casi infinitas escaleras que a cualquiera le daría miedo de tan solo verlas —Son protectores del bosque, puede que te hayan visto como una amenaza, aún ni te conocen—

  —Eso creo...— Esbozó una pequeña sonrisa, aún estaba confundido, pero le creería al de ojos púrpuras, al final era su guía.

   En cuestión de unos segundos, el par de héroes ya estaban enfrente de aquel castillo de temáticas góticas y oscuras, una vez más, el menor se quedó impresionado de la impactante estructura, los dos entraron y caminaron por la larga alfombra roja hasta el segundo piso dónde el azabache le guío hasta una habitación equipada con una cama personal, un mueble repleto de libros de varias temáticas, mudas de ropa y pijama; también, encima de las cama se encontraba un hermoso candelabro de cristal con figuras de palomas traslúcidas que dejaban que la luz de única vela que tenía reflejara por toda la habitación.

  —Lo decoré esperando que te gustara— Confesó con un poco de nervios, pero aún seguro de sus palabras

  —¿También lo de las palomas?—

  —Se me vino a la cabeza para que combinara contigo y tu estética—

  —Ay Vegetta... ¿Si sabes que soy un pato no? No una paloma jsjs— Se empezó a reír, no del brujo pero si de la situación

  —Ay— Reaccionó apenado pero a la par que el emplumado empezó a reír también, su risa era muy contagiosa —Si quieres puedo cambiarlas—

  —Nah nah, no te preocupes por eso, me gusta como se ve así— Se tiró a la cama de espaldas sintiendo la comodidad del edredón dispuesto a descansar, realmente estaba un poco agotado después de aquel viaje tan largo.

  —Descansa Quackity— Mencionó con una sonrisa mientras se encaminaba para apoyarse en el marco de la puerta de la habitación —Mañana te daré tus primeras lecciones— Aclaró para después irse dejando la puerta cerrada, dejando al joven solo.

   Quackity simplemente se quedó recostado viendo al techo y a ese hermoso y cristalino candelabro; la bienvenida que le habían brindado había sido excelente, cálido e incluso acogedora, realmente se sentía como si este lugar puedieran ser un verdadero hogar para él, su trabajo como héroe del pueblo empieza mañana, y con ese último pensamiento alegre cerró los ojos y se fue a dormir.

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jelo, espero que les guste, realmente no tiene mucho y está cortito, pero weno es trabajo trabajo honesto 🐢

el próximo cap voy a tratar de hacerlo un poco más larguito, pero ps ajá si weno lol xd, nu vemo bai bai

palabras: 1285

𝑳𝒐𝒔𝒕 𝒊𝒏 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒆𝒚𝒆𝒔~ | ˡᵘᶜᵏⁱᵗʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora