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—Le dije a Kuina que viniera a buscarme a la piscina, tiene que estar por aquí—Hablé a gritos para que Chishiya pudiera escucharme.

—Busca por allí—Dijo señalando hacia la derecha—Yo miraré en el otro lado. Si la encuentras esperadme justo donde estamos ahora—Asentí y fui hacia donde me había indicado.

Caminaba con dificultad ya que tenía que pasar por encima de gente y esquivar a otros tantos. El suelo estaba resbaladizo y me costaba ver con claridad, los gritos y la música no me dejaban pensar y el olor a tabaco inundaba mis pulmones. Dios, tenía que encontrarla ya.

—¡Kuina!—Grité aún sabiendo que era casi imposible que me escuchara. Estaba comenzando a perder los nervios.

Pasé por todos los lugares posibles pero nada.

Tras bastante tiempo de búsqueda empecé a pensar en que igual Chishiya ya la habría encontrado y me estaban esperando, así que di la vuelta para volver al principio pero algo a lo lejos llamó mi atención.

Fruncí el ceño al ver a alguien subido a una de las mesas del mini bar exterior sacudiendo su mano con énfasis en mi dirección ¿Me estaba mirando a mi?

Caminé extrañada hacia allí y al notar eso, la persona pegó un salto y bajo de la mesa. Entre la gente logré seguir el camino que la persona hacía. Sí, intentaba llegar hacia mi.

Espera... ¿Esa era...?

—¡Misaki! Llevo más de media hora dando vueltas ¡Hasta me crucé con Chishiya! Y eso que él nunca viene por aquí. Creo que estaba buscando algo, le grité pero no me escuchó—Una Kuina bastante enfadada me hablaba con rapidez. Me sentí aliviada al verla.

—Menos mal que estás aquí. Shuntaro también te buscaba, necesito que vengas con nosotros—Cruzó los brazos y me miró con el ceño fruncido.

—¿Shuntaro también me buscaba? ¡Lo sabía! ¡Estabas con él y por eso no te encontraba!—Cambió de expresión y una sonrisa apareció en sus labios. Yo rodé los ojos y sonreí inconscientemente.

—Sí, estaba con él. Pero eso te lo explicaré luego. Ahora ven conmigo—La agarré de la muñeca y la llevé hacia donde el peliblanco me había dicho que nos reuniríamos.

Kuina no dejaba de hablar sobre lo cansada y supuestamente enfadada que estaba. Ah sí, y algo sobre lo traicionada que se sentía por no haberle contado que Chishiya y yo por fin habíamos dado... No sé, algo de un paso creo.

Llegamos al lugar y nos encontramos con aquel chico. Tenía sus ojos puestos en mi desde el momento en el que nos vio acercarnos. Aunque su mirada viajó a la chica que llevaba agarrada de la muñeca en cuanto se soltó y se acercó para pegarle un puñetazo en el hombro.

La miró extrañado mientras se acariciaba el brazo. No pude evitar sonreír.

—¡Te dije que antes de hablar de eso con Misaki tenías que preguntarme! ¿Cómo se te ocurre no contarme nada? Ahora me siento...—Chishiya abrió mucho los ojos pero cambió a su expresión seria habitual con rapidez mientras agarraba a Kuina por el brazo y le decía algo que solo ellos dos pudieron escuchar.

Los miré extrañada durante unos segundos hasta que vi a uno de los militares corriendo hacia la parte de arriba de La playa. Iba hacia las habitaciones.

—Ey. Dejad eso para luego. Creo que los militares se nos están adelantando—Hablé con preocupación mientras caminaba hacia las escaleras.

—¡¿Militares?!—Conseguí escuchar gritar a Kuina antes de subir a la planta de arriba.

La parte de arriba estaba vacía. Si me tuviera que guiar por el silencio juraría que no habría nada que hacer allí, pero lo había visto. Sabía que algo estaba pasando y si tenía que ver con ellos no me quedaría de manos cruzadas.

Utopía-Shuntaro ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora