—¿Has escuchado la leyenda del hombre fedora? —dijo un viejo hombre mientras observaba a su nieto, quien se encontraba limpiando la sala—. Es una leyenda famosa de aquí.El muchacho, al escuchar las palabras de su abuelo, negó con la cabeza. Volteó para mirarlo curioso por saber más de esa extraña leyenda de la que, ahora, se estaba enterando. ¿A qué venía esa pregunta? ¿De qué estaba hablando su abuelo?
—No —dijo el joven, frunciendo el ceño—, ¿de qué se trata?
Cuando fue cuestionado, el hombre carraspeó su garganta y se acomodó mejor en el sofá donde se encontraba sentado, para así comenzar a relatar con entusiasmo:
—Era un hombre rebelde que vestía de negro y usaba un muy característico sombrero fedora —Hizo ademanes con sus manos que pretendían ejemplificar la vestimenta—. Dicen que también fue buscado por las autoridades místicas porque practicaba magia negra. ¿Lo puedes creer? —Rio escéptico mientras se cruzaba de brazos.
El joven, intrigado por lo que escuchaba, contestó:
—Oh...ya veo. ¿Y qué pasó con él?
Y la respuesta que recibió fue la siguiente:
—Las autoridades místicas lo atraparon en medio de un ritual —El viejo entrelazó sus dedos y se inclinó hacia adelante aún sentado—. Y entonces, fue juzgado en el parlamento por herejía —Asintió mientras masajeaba sus dedos índices en la punta de la nariz—. De hecho, tenía unas ideas tan raras. Decía que el gobierno estaba en contra de la expresión humana, que todos vivíamos como maniquís —Rio mientras se encogía de hombros y volvía a incorporarse en el sillón—, que necesitábamos más arte en la ciudad...en fin; el caso es que trató de hacer una revolución con unos fugitivos que pensaban igual que él.
El joven muchacho abrió sus ojos con sorpresa. En ese instante no dijo nada, solo pudo soltar un jadeo de sorpresa mientras tiraba al suelo el trapo que estaba usando para limpiar la estantería repleta de premios -que el gobierno le dio a su abuelo por servir en el ejército y ser de las primeras personas en descubrir al hombre fedora-.
—¡¿Trataron de desafiar a todo un gobierno?! ¡Increíble! —exclamó arrastrando las piernas hasta el sillón y posó sus manos en el posa-brazos. Se notaba que su curiosidad había alcanzado su tope y no había forma de detenerla—. ¡¿Cómo?!
—Querían derrocarlo —dijo el de tercera edad entre risas por la reacción de su nieto, sin percatarse de que lo dicho con anterioridad era más entusiasmo que sorpresa. Después, añadió: —Hasta hicieron una gran propaganda que salió en las noticias.
—¿Te refieres a la propaganda del arte? ¿La propaganda que comenzó con un hackeo al instituto?
El mayor hizo un sonido de afirmación.
—Esa misma —respondió.
A pesar de que lo demás sonaba muy interesante y le llamaba bastante la atención, había algo del relato que lo mantuvo inquieto y le picaba la curiosidad por saber. Así que, no se contuvo y decidió preguntarle a su abuelo al respecto. Pues de otra forma no podría dormir esta noche.
—¿Y qué pasó después del juicio?
—Lo mataron en el calabozo y, por alguna razón, no le quitaron el sombrero —Posó la mano en el hombro de su nieto, apretándolo—. Después de su muerte, los fugitivos escaparon —Acarició su barbilla mientras trataba de recordar otro detalle importante de la historia—. ¡Ah! Y se hizo un espantapájaros como advertencia de lo que pasaría si seguían los mismos pasos.
—¿Y qué hay de la ropa? —El joven muchacho se inclinó un poco más hasta quedar cerca del hombro de su abuelo, mirándolo expectante a lo que diría a continuación—. ¿La exhibieron en un museo o algo así?
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El Hombre Fedora [Pausada]
FanfictionExiste una leyenda muy conocida por los habitantes de Strictland. Sin embargo, ninguno ha querido descubrir la veracidad de esta. Hasta que Hongjoong, un fugitivo desesperado y sin saber qué más hacer, decide practicar un ritual que traerá de vuelt...