II. Headmasters office

474 41 0
                                    

II

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

II.       Headmasters office

BUENOS AIRES,  ARGENTINA 6  AÑOS  ATRÁS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.








BUENOS AIRES,  ARGENTINA
6  AÑOS  ATRÁS

Las agujas de sus tacones negros hacían eco en el aire con cada chasquido sobre las baldosas. No había un patrón rítmico, solo pasos pausados y cortos. Cada uno de ellos llevaba consigo un aura de incertidumbre, como si dudara en avanzar con cada pisada. El ambiente se llenaba de una cadencia desigual y un suspenso palpable a medida que avanzaba.

Nuevamente, desvío su mirada hacia el pedazo de papel rojizo entre sus dedos. Lo analizó por décima vez. Sus ojos se posaron en cada detalle, explorando minuciosamente cada línea y curva. Parecía absorber su contenido con una intensidad creciente, tratando de desentrañar algún significado oculto.

Observó hacia atrás, donde yacía la puerta por la cual hace no mucho había salido, pensando en si volver a entrar o no. Si permanecer en la duda o no. Un conflicto interno se manifestaba en su gesto, reflejando la difícil elección que debía tomar en ese momento.

No quiso continuar cuestionando la orden de su mayor. Por más que pareciese haber un error gramatical en aquel papel. Aunque le deje un gusto desagradable en la boca cada vez que la volvía a estudiar, no iba a volver atrás.

Saco sus lentes. Más esas palabras no se fusionaron para formar unas nuevas. Ni se movieron. Nada había cambiado. El papel carmesí no sufrió una transformación. Era el mismo sonso papel rojizo, con los mismos nombres escritos, con la misma tinta negra. [ . . . ]



La puerta ya estaba abierta una vez que llegó. Asomó su cabeza por esta, recibiendo a esa peculiar bulla. Notó de inmediato que el sonido carecía de ritmo y estaba desorganizado. Apoyándose en el marco de la puerta, golpeó ligeramente para llamar la atención de la profesora, quien se encontraba visiblemente agotada por tanto alboroto. Ambas manos cubrían su rostro mientras las frotaba con evidente frustración.

labyrinth.   enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora