Capítulo 8

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~Un día de emociones encontradas~

A pesar de lo que ocurrió en mi casa, Bonnie y yo teníamos que seguir con nuestra rutina de todos los días. Al poner un pie dentro de la universidad fuimos recibidos por un gran cartel en los pasillos que decía: "Gran baile de Otoño. Invita a esa persona que tanto deseas". Fue lo más patético y cursi que pude leer.

Ya me imaginaba a todos los que estaban en la friendzone tratando de invitar a su amor imposible.

Bonnie tenía clases a primera hora, así que se fue directo a las garras del viejo verde que le enseñaba matemáticas. Por mi parte, me fui directo al comedor para sentarme a esperar a que la profesora llegara, o me anunciaran que había sufrido un trágico accidente.

«Trágico para ella; pero gratificante para mí», pensé.

Estuve varios minutos en mi mundo interno, imaginando increíbles formas en las que podría morir la desgraciada. Sé que suena muy psicópata de mi parte, pero con solo imaginarlo una sonrisa malévola se formaba en mi rostro.

Lo sé, necesito ayuda desde que nací. No hace falta que me lo recuerdes.

Mis maquinaciones fueron interrumpidas por los gritos de chicas desesperadas en los pasillos. Cuando volteé a ver en dirección a donde provenía el ruido de la multitud de urgidas. Entendí el porqué.

Como las típicas series de televisión de Disney, siempre tenía que haber un chico guapo y popular en el instituto. Uno que donde llegara marcara su presencia y dejase a varias chicas con las pantys húmedas. Mi universidad no era la excepción a esa regla.

El nombre del "mucha belleza pero poca inteligencia", era Jake Miller. Por más que la clase de personas huecas como él me dieran asco, no podía negar que el imbécil estaba buenísimo. Tenía el cabello castaño y largo. Su cuerpo atlético siempre lucía un espectacular bronceado, una sonrisa perfecta decoraba su rostro, haciendo que las chicas y los closeteros se derritieran por él.

Pero por más orgásmico que él se veía, no quitaba el hecho de que era un baboso.

Cómo sea, el neandertal de Jake tenía a la manada de lobas babeando por él —no hace falta aclarar que las ridículas querían invitarlo al baile—, Jake se acercó a sus amigos del equipo de baile —sí, el imbécil era bailarín, podrás imaginarte cómo se ponían todos los que lo veían menear el cuerpo de la forma más erótica posible—. Él y sus amigos se saludaron como los típicos chicos heteros con masculinidad frágil.

Seguramente comenzaron a hablar sobre fútbol, FIFA, fornite, o yo qué sé. El hombre había interrumpido mis pensamientos con su sola presencia.

Intenté ignorarlo y seguir imaginando a la profesora cayendo de un barranco. Pero, gracias a la magia del guión, algo tenía que pasar.

—¡Nathan! —Bonnie fue la responsable de ese grito que casi me hizo sangrar los oídos.

Al instante la miré con cara de pocos amigos. No estaba de buenas.

—No tengo plata —le dije, con la amargura por delante.

—Bobo —No importaba cuán ogro fuera, no entendía cómo ella me soportaba. Y es por ese mismo motivo por el que ella tenía un lugar importante en donde se supone que debería estar mi corazón—. Tengo noticias.

—Espero que sea que te ganaste la lotería y nos mudaremos a Canadá —le dije.

—No —respondió. ¿Entonces para qué dijo que eran buenas?—. ¡Un chico me invitó al baile!

—Y apuesto a que lo miraste como una odiosa diva y lo rechazaste, ¿verdad? —Ella siempre reaccionaba de esa forma ante los chicos que demostraban interés en ella, ya que la muy pendeja era tan nerviosa y penosa, que su mecanismo de defensa era actuar como la hija del Grinch, para disimular su pena.

Nathan: Aquelarre De Los Condenados © [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora