Hola, soy Allen Avadonia, sirviente real y fiel servidor de la princesa Riliane.
¿Por qué estoy haciendo una demostración de un día normal en mi vida? Realmente no lo sé, pero suena entretenido.
Todo empieza antes de que el sol salga.
Me levanto a las cuatro de la mañana para poder darme una rápida ducha y vestirme adecuadamente. Mi "uniforme" consiste en unos pantalones cortos color blanco, una camisa de manga larga del mismo color, un chaleco (sin mangas, claramente) color café y por encima de todo, una gabardina de un tono entre amarillo y dorado.
Usualmente cepillo mi cabello con los dedos y lo recojo con un liston, ya que es lo suficientemente largo como para amarrarlo.
Finalmente, limpio mis zapatos y arreglo mi cama, que es bastante simple.
Lo primero que hago es ir a despertar a mi hermana, Germaine, luego a su padre, Leonhart (aunque usualmente ya está despierto para entonces).
Luego, me dirijo al castillo y ayudo con algunas cosas mañaneras como preparar la mesa para el desayuno y limpiar los pasillos.
Para cuando el sol aparece, es momento de ir a despertar a una última persona.
Es divertido, primero ayudar y luego tomar un descanso me agrada, quizá sea fácil al comienzo, pero luego se vuelve más ajetreado el día y por eso aprovecho momentos pequeños.
Usualmente la princesa se despierta por sí misma, a veces no, pero cuando llego a su habitación ya debe estar ligeramente consciente.
Un buen trato mañanero es indispensable para darle un buen humor a la princesa.
Decir algo simple como "Buenos días" y luego algo como "¿Durmió bien?" Es fácil, por lo menos para iniciar.
Cada cumplido que puedo decirle es sincero, pues siento un gran cariño hacia ella.
Es lo más importante en mi vida.
Después de un recibimiento mañanero y un desayuno real, vuelvo a retomar mis labores como sirviente.
Limpio algún lugar, investigo algún error, me encargo de las siguientes labores como lo son la comida, pero la más importante de todas es la hora del té.
Con una anticipación de aproximadamente una hora, preparo bocadillos especialmente para la princesa. A veces son brioches, a veces galletas, a veces budín; cualquier cosa que sea digna para ella.
Es el momento más largo de descanso en mi día, pero es tan especial para mí.
Poder pasar un rato junto a ella me calma y me da las energías suficientes para seguir el resto del día.
Ella bebe té junto a sus bocadillos, yo me mantengo a su lado por si algo le interesa o le molesta. En este momento ambos aprovechamos para poder hablar sin tantas formalidades y logrando conversar sobre temas que no sean de trabajo laboral. A veces la hago reír, a veces ella me sonríe, así cada momento se queda presente.
Oh, Dios, creo que he hablado demasiado sobre ella...
Continuemos.
Nuevamente, sigo con las labores.
A veces incluso lavo los trastes de la cocina o algún detalle. Junto con algunos demás sirvientes limpiamos los salones. ¡Eso es muy cansado!
Durante toda la tarde puedo estar con mis compañeros o con la princesa, depende si ella necesita mi ayuda o algo de mí, pues es mi trabajo más importante: complacer todos sus caprichos.
Pero para las ocho de la noche, el trabajo disminuye.
Comienza la hora de la cena, muchos nos preparamos para recibir a la princesa, así que ayudo mucho a los cocineros, pues siempre parecen nerviosos cuando la hora llega.
Aquí es donde todos recibimos lo que la princesa guarda todo el día.
Si tuviera una buena tarde, comería tranquilamente; en el caso de que algo la hubiera molestado y echo enojar, comenzaría a encontrar errores que posiblemente no veíamos y nos reprendía. A veces incluso mencionaba si la comida faltaba de sal o si tenía de más.
Cuando por fin pasaba la cena, la acompaño a su habitación para la última ronda de viajes.
Le doy las buenas noches y trato de esperar hasta que esté completamente dormida. Cuando por fin estoy seguro de que tiene calma, me retiro hasta la cocina y ayudo a limpiar el desorden.
Usualmente no almuerzo o como bien, sino que simplemente tomo pedazos rápidos de algo que haya por ahí.
Para la noche, regreso con mi hermana y su padre para cenar algo juntos, en silencio, pero juntos.
Y finalmente, vuelvo a llegar a donde todo inicia: mi habitación.
Siempre tomo algo más ligero para dormir, a menos que esté muy cansado y decida simplemente echarme sobre la cama.
Si piensan que es mucho trabajo, o que quizá no tengo tanta libertad, déjenme decirles que en realidad me hace feliz ayudar y así siento que todo mi esfuerzo vale la pena.
Tal vez los días suenen pesados, pero sinceramente, no cambiaría mi vida por nada.
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EN LOS ZAPATOS DE...
FanficCada personaje tiene una rutina o una situación interesante que no suele ser remarcada o pasa de imprevisto. En esta actividad se mostrarán escritos de pequeñas cosas que hacen los personajes en un día normal de sus vidas.