Copas de vino

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Esa voz... Esa maldita voz me está volviendo loca y no de la forma en la que me gustaría. ¿Por qué el mafioso más poderoso e importante de todo Japón quisiera verme ahora mismo? ¿Tendrá algún problema conmigo?
Nunca he tenido problemas con nadie.

¿Querrá hacer negocios conmigo? ¿Qué clase de negocios? ¿Por qué?
Está claro que tengo mucho que ofrecer, por años diversas mafias me han buscado para hacer negocios, lo comprendo bien Akarasu es un gran punto de anclaje para conseguir poder, reconocimiento, mercancía, venta de armas, lavados de dinero, entre miles de beneficios más. Pero, ¿qué gano yo de tenerlos como socios?
Nada, absolutamente nada.

Si me uniera a Manjiro sería diferente, tiene contactos mucho más fuertes que los míos, tratos más sólidos con organizaciones internacionales y sobre todo el gobierno. Gracias a él el gobierno no le pondría un precio muy elevado a mi cabeza.

No, me niego. Mi organización nunca ha necesitado de nadie, mucho menos de los mismos hombres que han aplastado a las mujeres que protejo por años y de diversas formas.

Voy a ir y le diré que puede meterse la oferta... No eso no. Le pediré amablemente que ni siquiera se haga ideas con una especie de unión entre nosotros, eso jamás pasará. Sí, eso haré.

¡Aquí vamos, Anto! Sólo será una noche y no lo volveremos a ver. Todo estará bien, no es como que vaya a matarte por sólo existir o ¿si? No, no. Nadie haría algo así.

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-Listo, señorita. Hemos llegado.-Asiento con la cabeza antes de salir del coche.

La mansión de Sano es bastante enorme, tiene personal de seguridad en cada paso que doy. Era de esperarse, el tipo debe tener la misma importancia que el presidente de Japón o al menos así lo hace parecer.

-Señorita Weigel, acompañeme. El señor Sano espera por usted.- El personal de seguridad me escolta hasta su jefe. Los sigo sin ninguna resistencia. Mis manos tiemblan de nervios, nunca me había pasado algo así, sentir nervios por conocer a un hombre.

Por fuera pareciera que controlo la situación, que es algo muy normal esto de tener reuniones con mafiosos, que ya estoy familiarizada. Pero no creo que ninguno de los de mi alrededor se esté tragando ese cuento. Seguramente ya están acostumbrados a este tipo de situaciones: líderes de organizaciones criminales haciendo tratos y tratos con su líder, el cual es todo una fichita.

Doy un largo suspiro dejando ir todo el aire retenido, y a su vez todo lo que me pone en este estado de vulnerabilidad.

No es momento de flaquear.

-Señor Sano, la señorita Weigel.- La escolta me anuncia. Manjiro hace un gesto con las manos y de inmediato todos salen del lugar, dejándonos a solas. La tensión es evidente, el aura de este hombre es demasiado dominante, no es normal.

Es muy guapo, es un hecho que no se puede negar: su cabello platinado ilumina sus ojos color azabache, los cuales combinan perfectamente con su piel olivacea, su aroma es bastante fuerte, las notas amaderadas de su perfume me inundan por completo, meto mis manos al fuego de que usa perfume con feromonas. No es posible que con sólo percibir un poco de ese perfume mi corazón ya esté agitado.

-Bienvenida. Sígueme, quiero que me acompañes a un lado- Interrumpe mis pensamientos abruptamente. Manjiro extiende la mano frente a mi, esperando a que yo deposite la mía sobre su palma.

Miro su mano adornada con venas con detenimiento. El agarre de mis dedos sobre mi cartera de cuero se vuelve más fuerte al imaginar el contacto.
Niego amablemente con mi mano y Sano no insiste más, camina por delante de mí, guiandome.

Amor De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora