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Wilbur y Quackity estaban limpiando el dormitorio. Los soldados se solían poner turnos y tenían ciertas tareas que hacer en aquel hogar.

Las tareas eran limpiar y cada día turnaban el lugar que les tocaría hacer. 

Los soldados normalmente no tenían que cocinar ya que habían allí algunas mujeres cocineras que se dedicaban a aquello. La comida no era la mejor ni se comparaba a la comida casera pero era comestible y estando en la guerra no se podía pedir nada mejor.

En el refugio aparte de los grandes dormitorios también habían baños, cocina, comedor, enfermería y una gran sala donde había una mesa de pinpon y algunos sofás. En aquella sala también habían radios y decoraciones para hacerlo parecer más acogedor.

En otra sala guardaban las armas y la munición.

Pero en aquel lugar no solo vivían los soldados, tendientes y comandantes. También habían algunas enfermeras y cocineras que ciertos días de la semana dormían allí. Pero eso no era lo habitual.

Muchos soldados afirmaron que se habian enamorado de las enfermeras. Quackiy no estaba interesado ni en las mujeres ni en el amor.

Estaban barriendo el suelo de los dormitorios. Anteriormente ya lo habían fregado y ahora tocaba barrer con las escobas de madera.

Obviamente los dos chicos estaban vestidos con sus uniformes.

Wilbur mientras barría cantaba. Cantaba la canción Erika, creada por Herms Niel. Un clásico de los soldados alemanes.

Auf der Heide blüht ein kleines Blümelein
und das heißt: Erika.
Heiß von hunderttausend kleinen Bienelein
wird umschwärmt Erika

Wilbur cantaba sonriente y alegre.

denn ihr Herz ist voller Süßigkeit,
zarter Duft entströmt dem Blütenkleid.
Auf der Heide blüht ein kleines Blümelein
und das heißt: Erika.

La voz de Wilbur era realmente hermosa. Se notaba que era un buen músico.

In der Heimat wohnt ein blondes Mägdelein
und das heißt: Erika.
Dieses Mädel ist mein treues Schätzelein
und mein Glück, Erika.
Wenn das Heidekraut rot-lila blüht,
singe ich zum Gruß ihr dieses Lied.
Auf der Heide blüht ein kleines Blümelein
und das heißt: Erika.

Aquella canción le ayudó a Quackity a pasarlo mejor mientras hacía su labor.

Quackity obviamente también se sabía la letra de aquella canción. 

In mein'm Kämmerlein blüht auch ein Blümelein
und das heißt: Erika.
Schon beim Morgengrau'n sowie beim Dämmerschein
schaut's mich an, Erika.
Und dann ist es mir, als spräch' es laut:
"Denkst du auch an deine kleine Braut?"
In der Heimat weint um dich ein Mägdelein
und das heißt: Erika.

Era una buena canción alemana. Las tropas siempre la cantaban para resguardarse y alejarse del dolor y el estrés de la guerra. Todo aquello gracias al romántico texto de la letra y a que la melodía iba en armonía perfectamente con los energéticos pasos de la marcha de soldados cuando caminaban.

La canción terminó.

— Bonita voz. — Dijo Quackity y dejó de barrer. — Ya he terminado esta zona. — 

— Gracias. — Sonrió levemente y levantó la cabeza para mirarlo. Fueron a dejar las escobas a una esquina de la habitación.

Los dos se sentaron en la litera que compartían. En la cama de abajo donde Quackity solía dormir. Estaban uno al lado de otro.

The War Must Go On - QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora