CAPÍTULO 4: La Petición Del Dragón

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Los sobres necesarios para las Casas más importantes de todo Westeros, marcados con el sello de un Dragón con tres cabezas. Las cartas escritas por la heredera al Trono de Hierro y revisadas por el esposo de la misma. Lucerys y Jacaerys observan todo aquel ritual con alegría. Aunque pareciera extraño, los acompañan el Rey, la Reina, dos de los hijos de ésta y Lord Mano, un asunto político muy importante, las diferencias debían ser pasadas a segundo plano al menos por el momento.

—¿Puedo leer qué dicen? —cuestiona Helaena levantándose del cómodo sofá algo alejado de la mesa dónde todos parecen estar muy entretenidos, dejando su tejido. —Tal vez un día tenga qué enviar una. —explica su curiosidad. Alicent voltea a ver a su padre a espera de una negativa.

Sin embargo, Daemon toma una de las cartas ya terminadas y se la extiende a su sobrina, quién la toma y le agradece en voz baja para volver a su sitio. La tristeza cruza por sus ojos al leer las palabras en el papel, sí todo hubiera sido tan diferente.

Tres lobos con sangre de dragón. —desvía los ojos a su sobrino mayor, quién la mira con curiosidad por esas palabras. —El miedo de la madre, la sangre será. —susurra para sí misma, Helaena mira a su madre ahora, le desea trasmitir lo qué pasaría. ¿Serviría de algo? No, porque todo está destinado a ser de alguna u otra manera. Dejarlos vivir en ignorancia es lo mejor.

—¿Tres lobos Targaryen? —cuestiona Daemon con incredulidad, pero una sonrisa de orgullo cruza el rostro del hombre. —Bueno Jace, ya sabemos cuántos hijos te dará Lady Stark. —felicita a su hijastro. Tres hijos que unirán más a los Targaryen y Stark. 

Alicent muestra una mueca intentando que parezca una sonrisa.  Otto junta ambos labios en una línea fina. Sí Jacaerys y su prometida daban tres varones al reino, sería un problema para el reclamo de Aegon en un futuro. Era algo qué no podían dejar qué ocurriera.
El bastardo podrá dar tres varones al reino, pero Helaena jamás prometió qué verían al menos cinco primaveras.

Lucerys muestra una cara de asco al imaginar lo qué su hermano tendrá que hacer para conseguir tres hijos con su, ahora oficialmente, prometida Stark. Jacaerys no puede imaginar a tres niños con sus rasgos fusionados con los de Liana Stark. Rhaenyra le dedica una sonrisa honesta a su hermana.

Helaena no sabe qué responder a ese acto de su media hermana, es la primera vez que hace eso, en el pasado le ha mostrado una mueca para disimular el sentimiento asfixiante de tener que convivir entre todos, es consciente de ello, ahora parece agradecida por la profecía que ha dado. Pero Helaena sabe qué el fuego y color escarlata en su visión no son normales. La deuda de hace años será pagada.

Helaena devuelve la carta a su tío, debe terminar lo qué está tejiendo antes de qué su abuelo vaya a visitar a su hermano Aegon. Quiere mandar un obsequio para el pequeño dragón que tal vez en ese momento esté durmiendo. Tan sólo lo ha visto unas veces en sueños, sabe el color de sus ojos y es consciente de los rizos cobrizos que crecen poco a poco. Un dragón fuerte y valiente.

«Escarlata cubrirá las escamas, escarlata será el pelaje.» repite una y otra vez, en susurros que sólo ella y Aemond pueden escuchar. El joven del parche está confundido, pero no pregunta, lo hará después. Helaena voltea a ver a su hermano con una sonrisa.

—«Dragones en tormentas, dragones en mar.» —le dice como sí fuera una felicitación pero a la vez un pésame. Helaena puede ver en ese momento imágenes borrosas de dos infantes de plateados cabellos corriendo junto a otros infantes.

Jardín de Sangre y EsmeraldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora