Aclaré mi garganta y puse la mesa. Estaba nerviosa. Ésta situación me ponían nerviosa. Se quitó su chaqueta y la puso en el respaldo de la silla y tomó asiento. Me dispuse a servir la comida y cenamos casi en silencio.
– ¿No me hablarás hoy? –intenté romper el hielo.
– ¿De qué quieres hablar? –habló con voz trémula.
– No lo sé… –revolví la comida con desagrado– ¿Cómo te fue hoy? Por ejemplo.
– Bien. Lo de siempre. Una que otra discusión con los muchachos. –dijo y bebió un sorbo de vino.
– Brad –lo llamé, su indiferencia me estaba matando– ¿me miras? Por favor –levantó su mirada y sus ojos verdes estaban apagados ¿Por qué? No entendía–. ¿Qué sucede?
– No sucede nada –se limitó a decir.
– ¡Vamos! Sólo dime lo que te pasa –exigí casi molesta–. Te noto diferente.
– Mili… estoy bien. No hay nada de diferente en mi, sólo dejemos ese tema en paz.
¿Qué tema quiere que deje en paz? Si ni siquiera sé qué es lo que sucede aquí.
¡Al diablo todo señor malhumor!
– Perfecto –me puse de pie–. Así es cómo solucionas los problemas señor Malkovich.
Arrojé la servilleta a la mesa y me fui en una escena muy dramática. Si, lo sé soy una exagerada. Iba a dirigirme a la habitación pero en el pasillo me envolvieron una sensación de náuseas y entre al baño rápidamente. Me arrodillé frente al retrete y devolví todo lo que cené. ¿Qué carajos? Lavé mi cara y cepillé mis dientes. Miré mi reflejo en el espejo, me veía terrible. Abrí la puerta y ahí estaba Brad con una expresión de preocupación.
– ¿Estás bien?
– Hasta que me preguntas cómo estoy –dije cortante.
– Milena, por favor… –intentó acercarae. Su voz sonaba arrepentida.
– Por favor, nada.
Lo aparté del camino y fui a la habitación, me cambié de ropa bajo su mirada.
– ¿Podemos hablar, Milena? –preguntó acercándose a mí.
Moría por su cercanía pero la rechacé.
– No. –dije molesta y sí que lo estaba.
Rápidamente me metí a la cama, apagué el velador de mi mesita y tapándome con las mantas hasta los hombros ésta vez yo le di la espalda a él.
Que sepa ahora cómo me sentí yo anoche.
Lo escuché suspirar fuerte y se me escaparon un par de lágrimas. No había nada lindo que pensar antes de dormir.
Mi día inicio a las 9 menos 10 ¡Rayos! Me dormí.
Tomé mi celular y mandé un mensaje a Rose para decirle que se tomara la mañana libre y que se viniera en el turno de la tarde. Aprovecharía el resto de mi mañana en algo más importante. Me duché y me prepararé para salir y me sorprendí al verlo en la cocina preparando café.
– Buen día ¿Cómo te sientes? –su expresión reflejó preocupación.
– Bien. –la verdad que todavia sigo molesta por lo de anoche. Pensé.
Recibí la taza que me extendió y le hice pequeños sorbos.
– Mili quiero que hablemos. –dijo intentado intermediar.
– No sé de qué quieres hablar.
La verdad no tenía idea de lo que nos estaba sucediendo.
¿Acaso nos estancamos en la relación?
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Polos opuestos | Historia Corta
RomanceY pensar que en un principio este hombre siempre me irritaba. Lograba sacarme de mis casillas con facilidad. Siempre haciéndome la contra en todo. Éramos completamente diferentes y por eso estábamos en total desacuerdo. Pero nuestras vidas ahora era...