Único

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" Sácame de acá, ¿no ves que estoy perdido?"

El cuarto del departamento siendo iluminado únicamente por el foco amarillento en el techo, alumbrando a Enzo llegando y a Julian, el cual se veía cansado de esta rutina poco saludable que vivía junto a Fernandez.

El castaño siempre tuvo en cuenta las acciones de su novio, pensando que podría hacerlo cambiar, evitar que este deje de engañarlo y mentirle, para así poder vivir en paz, pero a fin de cuentas lo seguía buscando sabiendo que iba a perder.

Se miraron a los ojos, intentando descifrar los pensamientos ajenos y sin saber cuáles serian sus próximos movimientos.

Julian aproximó a Enzo, sentándolo junto a el en la cama matrimonial que compartían, comenzó a besarlo lentamente, deseando que este no sea el último beso que pruebe de su parte.

El chico correspondió el beso, tomándolo de la cintura y con sus fuertes manos lo subió a su regazo, en busca de más contacto entre sus cuerpos.

Julian empezó un leve vaivén, logrando que ambos suelten leves gemidos ahogados por sus labios.

Enzo comienza a dejar besos en su cuello, y desliza sus dedos bajo la poca tela que cubre el cuerpo del mayor, acariciando toda su espalda.

La ropa de ambos empieza a desaparecer, y Enzo se posiciona entre las piernas de Julian, dejando a este con la espalda sobre el colchón.

Comienza a repartir suaves besos en todo el abdomen del mayor, en busca de aligerar el dolor y poder introducir un dedo en su interior.

Julian apretó el agarre de las sabanas y amagó a soltar un leve jadeo, el cual fue callado por los labios de Enzo, mientras metía un dígito más a su entrada y los movía con delicadeza.

Una sensación de dolor invadía su cuerpo y Julian quiso llorar, odia el hecho de no ser el único hombre en su vida, lo ama tanto que cuando lo mira se desespera y quiere volverlo a tener.

Cuando el tercer dedo se hizo lugar, la situación se aliviano y comenzó a disfrutar de esta sensación.

Enzo retiró sus dedos y empezó a posicionarse mejor entre las piernas de Julian, alineándose en su entrada y entrando en el de a poco.

Soltó un grave gruñido en el cuello del mayor cuando estuvo completamente dentro, empezando a moverse suavemente, besando la cara de Julian, el cual había comenzado a llorar, pero ni el mismo sabía si era de tristeza o satisfacción.

Se dejó llevar, arqueó su espalda y dejo su torso libre, donde el menor chupó y besó, reclamándolo suyo.

Era suyo, el y muchas personas más eran suyas, Julian lo sabía pero no quería buscar más drama y estaba demasiado ocupado viendo las estrellas.

Ambos se miraron como en un principio, Julian creyó que Enzo lo miró con esos mismos ojos enamorados que vió en el hace tiempo, cuando aún las cosas estaban bien y no estaban dispuestos a perderse el uno al otro.

La presión se hizo presente en el abdomen de ambos, y después de un par de estocadas más duras y continuas, lograron que sus liberaciones sean al mismo tiempo.

Enzo le sonrió y escondió su cara entre el cuello de Julian.

-Te amo. - dijo el menor.

El castaño no le devolvió las palabras, simplemente acarició su cabello y depositó un beso en su cabeza.

Finalmente se retiró de su interior y se acostó a su lado, abrazándolo de la cintura.

Pocos minutos después Enzo logró dormir plácidamente, mientras Julian seguía acariciando su cabello y esperando el gran despertar del sol.

El agarre en la cintura del mayor se volvió débil, aprovechó para salir de la cama y vestirse.

A fin de cuentas, pudo entender que el nunca podría cambiar a Enzo, ni a el ni sus actitudes, ve poca salvación para su corazón con frío, estaba alucinando pensando que podría encontrarlo nuevamente. Cansado de todo, se marchó, no existe tal tiempo para despedirse, tomo la valija que había preparado en su ausencia y no regresó.

café - enzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora