Capítulo 1

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Severus observo como el cabello de unicornio desaparecía en la mezcla, con cuidado acerco la garra de sirena y la dejo caer asegurándose de que la poción adquiría el tono rosado adecuado. Un gemido de satisfacción salió de sus labios cuando el olor a rosas comenzó a emanar del caldero.

-Perfecto señor Snape- elogió Slughorn- como siempre.

El pelinegro levanto la cabeza con una tierna sonrisa y continuó centrado en su tarea, adoraba pociones, la sensación de conocer que ocurriría con cada acción era como un bálsamo de paz en su alocada vida.

-Severus me pasas el botecito de algas infernales- pidió Rabastan mientras miraba con miedo su mezcla- creo que me he pasado con el pelo de unicornio.

El omega dirigió una mirada curiosa al trabajo de su amigo.

-Échale mejor saliva de sapo- aconsejo-creo que el color rojo es debido a la baja acidez, necesitas subirla.

-O mejor échale patas de araña- interrumpió una tercera voz- será más divertido.

Severus le dirigió una mirada enfadada al joven sentado una mesa por delante, Sirius Black les sonreía con cierta maldad.

-No creo que sea divertido ver como su caldero explota- protesto.

-Yo creo que si, con suerte y acabas lleno de pringue- su mirada escaneo el cuerpo del más pequeño- quien sabe, a lo mejor así le resultas atractivo a alguien.

Severus reprimió sus lágrimas de frustración y levanto la varita dispuesto a maldecir al león, no le importaba perder puntos o incluso acabar limpiando baños lo que quedaba de año, tan solo quería por una vez callar al maldito. Una suave mano se colocó sobre la suya bajándola.

-¿A que se debe este despliegue de rabia?- pregunto Lucius con seriedad, si Severus no conociera a su amigo se habría incluso estremecido.

-No ocurre nada profesor Malfoy- afirmo con burla Black- creo que alguien tiene su celo cercano y esta dejando que sus emociones le controlen.

El omega menor intento protestar pero fue parado de nuevo por su amigo.

-En ese caso no creo que sea adecuado molestarle- gruño el rubio- ni a mi, vuelva la atención a su caldero.

El omega le guiño un ojo al estudiante y se alejo con paso lento, su enorme barriga de embarazo había disminuido demasiado su movilidad pero no permitía que afectara sus estudios como profesor, sin duda Severus le admiraba y, quizás por eso, eran tan grandes amigos.

La clase continuo con fingida calma pero para el omega era un continuo infierno por culpa de la constantes feromonas de Sirius, el alfa tenía como meta arruinarle la vida.

-¿Quieres dejar de apestar?- gruño.

-Oh venga aprovéchalo- le sonrió- quizás sea la única vez que puedas oler a un alfa.

La poca paciencia que tenía desapareció en ese momento, estaba cansado de escuchar lo horroroso que era, primero su padre y ahora ese gilipollas, sin duda le haría pagar. Agarró con fuerza el caldero y vertió su contenido sobre la cabeza del alfa, aceptaría con orgullo su primer suspenso en pociones.

-¿Qué coño?- grito el de rizos levantándose.

Los hechizos sustituyeron a las risas y el caos se adueño de la pequeña sala, incluso Lucius participaba centrado en proteger a sus compañeros de casa. Las maldiciones revotaban contra las paredes iluminando el lugar con brillantes colores que cegaban a los jóvenes. Severus apuntó hacia la cabellera de su archienemigo, si tenía suerte su hechizo le alcanzaría y acabaría calvo durante como mínimo dos meses. Un fuerte destello le cegó provocando que el ataque se desviara y golpeara justo en el armario de pociones creando una neblina negra que se extendía con rapidez.

-Me cago en la madre que te pario- gruño una voz que Severus no pudo reconocer- ¿de verdad te tenías que poner a jugar con el puto giratiempos en el gran comedor?

-La culpa es de Neville- gimoteo otra- deja de golpearme que duele.

-Cerrar todos la maldita boca- ordenaron con firmeza- Merlín, ¿por qué aceptaría este trabajo?

Severus tosió en el suelo mientras las lágrimas se deslizaban por sus ojos, intento enfocar con cuidado frente a él dándose cuenta de que la sala se encontraba abarrotada de caras desconocidas.

-¿Qué cojones?- gruño Rabastan a su lado-¿Qué mierda has hecho Black?

-Yo no he hecho nada- se defendió el alfa- ha sido tu amiguito narizón.

-¿Por qué no cierras la boca?- le gruño Lucius- estas en último año, actúa como un maldito adulto de una vez.

Las voces volvieron a elevarse en la sala pasando a ser gritos que traspasaban las puertas del aula de pociones y llamaban la atención de los habitantes del castillo.

-Esto no hubiera pasado si no la hubieras liado Black- gritó Rabastan- deja de meterte con Severus de una maldita vez.

Sirius fue a protestar cuando un fuerte gruñido silencio el lugar, la agresividad con la que había sido realizado había paralizado a alfas y omegas por igual.

-¿Quien es el cabrón que se ha metido con mi madre?- volvió a gruñir la misma persona- ¿Quién ha sido?

-Nadie se ha metido con tu madre- tartamudeo Frank- ni siquiera sabemos quien eres.

El imponente alfa les miro apretando la mandíbula, su mirada, a pesar de desprender ira, era tan atrayente que ni siquiera su prominente nariz podía opacarla y sus fuertes feromonas embotonaban la mente de los allí reunidos. Severus no podía apartar la mirada del joven, su instinto omega suplicaba por protegerlo y calmarlo.

-Tranquilo nadie se ha metido con tu madre- intento relajar con fingida valentía- ha sido conmigo y, sinceramente, estoy acostumbrado.

El desconocido dirigió la mirada al pequeño omega que temblaba con verdadera sorpresa, de un rápido movimiento lo agarro y sentó sobre su regazo deprendiendo feromonas de felicidad.

-No me lo puedo creer- gimió con alegría- mamá de joven, no pienso soltarte nunca.

-¿Mamá?- se sorprendió el omega- ¿yo?

Severus se sentía confundido, su mente se movía demasiado rápido intentando analizar la situación y su respiración se aceleraba por segundos. ¿Por qué le había llamado mamá? ¿Quién era ese joven? ¿Por qué tenía la necesidad de abrazar a aquel alfa?

El omega sintió callar su mente cuando la suavidad de unos labios tocaron los suyos, su mirada se centro entonces en el omega de cabellos oscuros y rojizos ojos que acababa de besarle.

-Tranquilo tío Severus- le susurro el joven- no te alteres, yo te cuidare.

El joven fue apartado con fuerza del sorprendido omega, frente a él Sirius gruñía casi animal.

-¿Quién coño te crees que eres para tocar a Snape?- le gruño.

-Profesor- interrumpió otra voz enfadada- se supone que usted es mío.

-Potter déjame en paz-suplicó.

La discusión volvió a inundar el lugar, Severus permanecía sorprendido con sus dedos rozando sus labios.

-Mi primer beso- susurro.

Conociéndonos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora