más que amigos con derechos

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O - “Estás disponible hoy a la noche?”

P - “Solo si te casas conmigo .x”

O - “Ok. A las nueve en casa :)”

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O - “Nos vamos juntos hoy?”

P - “Solo si te casas conmigo .x”

O - “Ok, búscame cuando te quieras ir.”

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O - “Te necesito en mi cama ahora.”

P - “Solo si después te casas conmigo .x”

O - “Si estás en mi cama en menos de media hora, sí.”

P - “Hecho :D”

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Nicolás repasó sus últimas conversaciones con el Papu, eran todas iguales en esencia.

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Eran mejores amigos desde la secundaria. Al principio eran solo ellos dos pero a medida que crecieron, el círculo de amistad se fue agrandando aunque ellos seguían siendo los más cercanos.

Tres años atrás, durante un campamento, borrachos, habían acabado teniendo sexo en la carpa. Las cosas solo fueron incómodas por un tiempo entre los dos pero todo volvió a la normalidad. Incluso, después de unas semanas, bromeaban al respecto, tanto, que en otra ocasión, de nuevo borrachos, el Papu le preguntó a Otamendi qué se sentía hacérselo a un hombre y Nicolás le respondió:

—Y si querés saber, ¿por qué no probás?

Fue así que tuvieron sexo una segunda vez en casa de Nicolás. La situación siguió con ellos acostándose una vez cada muchos meses, siempre borrachos y al otro día haciendo de cuenta que nada había pasado.

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Menos de un año atrás, se había dado la ocasión de tener sexo sin haber tomado alcohol y decidieron que eso sería un hecho a partir de esa noche: el alcohol no sería un requisito obligatorio si querían tener sexo. Fue así que se auto-denominaron “amigos con derechos”.

Después de un par de meses, sus amigos lo figuraron y se burlaron de ellos, diciendo que esas cosas nunca acababan bien: o se peleaban y dejaban de ser amigos; o aún peor, se terminaban enamorando.

Lo hablaron y decidieron que cada uno podría salir con quien quisiera siempre y cuando usaran protección, ellos seguían siendo amigos, y seguían teniendo derechos. Lo que era lo mismo que ellos yéndose juntos de todos los lugares que frecuentaban porque parecía que ninguno podía o quería encontrar a nadie más.

Era raro que pasaran más de ocho días sin tener sexo, a veces incluso se juntaban especialmente para eso, sin haber organizado nada con sus amigos antes.

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Dos meses atrás, el Papu había comenzado a pedirle que se casaran cada vez que Nicolás mencionaba que deberían tener sexo. Otamendi, que deliberadamente estaba comenzando a rechazar chicos cada vez que iban al club para poder acabar la noche en la cama de Alejandro, se había puesto nervioso al principio y lo único que se le ocurrió para ir llevando la situación, fue seguirle la corriente.

El Papu había sido un romántico perdido toda su vida, Nicolás siempre le tomaba el pelo por eso. Siempre hablaba sobre cómo creía que el amor para toda la vida existía y sobre cómo él quería casarse y formar una familia. Nico era más escéptico, no era que no creyera en el amor pero el tema del matrimonio lo traía sin cuidado porque, luego de que su madre pasara por dos divorcios, dejó de creer en su efectividad como unión para toda la vida. Sin embargo, eso no lo hacía juzgar a Alejandro por pensar así.

Así que ahora el Papu le pedía que se casaran cada vez que Nicolás le pedía para tener sexo y Nico le decía que sí, con total seriedad. Luego del sexo, ninguno de los dos volvía a mencionar nada hasta la vez siguiente. La cual probablemente fuera al otro día o ese mismo día en la tarde. Resulta que fuera del horario que estaban en clase o trabajando, estaban siempre juntos, en la casa de cualquiera de los dos.

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La noche anterior, sin embargo, las cosas habían ido diferente, estaban en la casa de Nicolás, con las piernas todavía enredadas mientras Nico encendía un cigarro, cuando Alejandro le besó el cachete y le dijo:

—¿Sabes que hablo en serio cuando te pido que te cases conmigo, no?

Nicolás solo se había atorado un poco con el humo y había dicho:

—Claro que lo sé, solo que todavía no junto la plata para comprar el anillo que te mereces —y le saco la lengua.

Ale le apretó un pezón y volvió a besarle el cachete.

—Creo que es hora de que me vaya —dijo pero Nicolás la pasó un brazo por sobre los hombros y el Papu entendió que debía quedarse.

Esa conversación lo había tenido pensando un buen rato hasta que al fin había logrado dormirse. En la mañana, Ale lo despertó con tostadas y café con leche, su desayuno favorito y se fue luego de terminarlo.

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Ciertamente, Nicolás había tenido una conversación con Rodrigo una semana atrás, y le había llamado la atención la seriedad con la que le había hablado. Rodri siempre se estaba riendo y consideraba muchas cosas como poco importantes para tomarlas en serio.

Rodrigo le había dicho que los veía demasiado involucrados el uno con el otro para solo ser una relación de amigos con beneficios; que al Papu lo notaba muy metido con Nicolás y que era el único tema de conversación que tenía.

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El avance del mes anterior por parte de Alejandro, había sido que le mencionaba el hecho de que no estaba jodiendo al menos tres veces a la semana. El avance de Otamendi, llegó una semana después, en forma de besos profundos y caricias en la pelada cada vez que el Papu traía el tema a colación en la cama.

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Una semana atrás cuando estaban enredados bajo los acolchados color blanco de la cama de Nicolás, y Alejandro le había dicho que no era joda lo del casamiento, Nicolás lo había besado y al separarse un poco le había dicho:

—Yo tampoco jodía cuando te dije que todavía no juntaba la plata para comprarte el anillo que merecías —y luego de eso, había proseguido a sacar una pequeña caja negra del cajón de su mesita de luz.

Apoyándose sobre su codo derecho, y abriéndola, le dijo:

—Alejandro, acepto, me quiero casar con vos.

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Finalmente, hoy era el día en que le dirían a sus amigos que habían tenido razón, que eso de ser amigos con beneficios no funcionaría por mucho tiempo y que a ellos, les había pasado lo peor que habían predicho; se habían enamorado.

más que amigos con derecho ||OtamendixGomez||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora