❧ꜱɪᴇᴛᴇ: "ᴛʜᴇʟᴇᴘᴀᴛʏ"

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En el Mundo de Arriba, el Dios Creador estaba furioso, ya se había desquitado con un tsunami y un terremoto, varios cientos de kilómetros del mundo de los humanos estaba hundida o rota, no le importaba las vidas que se habían perdido, ni las que querían salvarse, en ese momento solo estaba esperando que Minho entendiera su deber, que cumpliera sus órdenes, porque no tendría piedad, ni con él, ni con los humanos, ni con nadie.

— Mi Señor —la voz de Félix se escuchó a su espalda—. Seungmin me ha mandado a preguntar si puede descansar, lleva cubriendo el mundo con su noche mucho tiempo.

— No —respondió el Dios de forma cortante, apretando su mandíbula, aún no estaba conforme—. Los humanos serán castigados con una noche eterna hasta que no sepan qué es la luz, o en qué día están.... Hasta que Minho vuelva a mí.

Félix tragó duro, algo asustado por aquella actitud, en todos sus milenios de vida había visto al Creador de mal humor unas cuantas veces, pero eso no lo hacía menos temible.

— Bueno, a sus órdenes —dijo—. Pero, ¿Podría descansar un rato? —volvió a preguntar, porque su pareja estaba realmente agotada, tenía que vigilar a todas sus estrellas, y a la luna, tenía que mantener la oscuridad en cada rincón del mundo, y estaba agotando sus energías, sumado a que Seungmin no era el Dios más fuerte y enérgico de la existencia, necesitaba descansos constantes, casi diarios.

Los Dioses no tenían necesidad de comer o dormir, pero lo necesitaban cuando se sentían agotados, o estaban estresados, debían reponer energías.

Seungmin era un caso casi excepcional, porque había sido creado a partir de una pequeña sombra, en la cual no había mucha energía; por otro lado, Félix había sido creado de un rayo de luz, que estaba cargado de aquel impulso de vida que lo llevaba a todos lados.

Habían sido creados al mismo tiempo, aunque primero el Creador había juntado la luz de la cual nació Félix, y de esta luz se creó una sombra, la cual el Dios Mayor no esperaba, pero comprendió que ambos se necesitaban el uno del otro, por ello eran dos.

Ambos eran opuestos, pero compartían su existencia, no había Día sin Noche, ni Luz sin Día, esa oposición era lo que los conectaban, por ello tenían ese lazo juntos, se atraían el uno al otro.

Ambos se complementaban en muchos sentidos, por eso funcionaban bien juntos, y aquel Dios del Día, y de la Luz y el Sol, cuidaba de su amado Dios de la Noche, la Luna y las Estrellas con mucho gusto.

— Félix, hay algo que me ha estado perturbando mucho desde que Minho se marchó —dijo el Creador, ignorando su pregunta—. Yo nunca le hablé a mi Dios de lo Bello sobre el Inframundo, es un mundo prohibido, como todos lo saben, ¿No?

— Sí, mi señor.

— Por lo que debo suponer que alguien le contó sobre estas Tierras —el Creador se acercó a él demasiado, mirando al Dios del Día desde su altura, haciéndolo sentir aún más pequeño y temeroso— ¿Tienes alguna idea de quién pudo haberle hablado a mi Dios?

— N-No lo sé —murmuró, sin mirarlo, enfocando la vista en sus pies.

— Espero que sepas que yo puedo verlo todo, Félix, que el tiempo me pertenece, que puedo ver hacia adelante y atrás como se me plazca —su voz sonaba tranquila, pero dura a la vez, Félix sabía a dónde iba a llegar todo ello, asintió, sintiendo las lágrimas en sus ojos—. Quiero que me lo digas tú mismo, admítelo.

Félix suspiró de forma temblorosa, asintiendo.

— Yo guie a Minho hasta los límites de la Tierra de los Humanos —dijo, bajo, recordando cómo, con sus últimos rayos de aquel atardecer iluminó su camino, hasta el último rincón donde sus poderes podían alumbrar.

— Pero Minho no se lanzó al portal porque sí, o sin querer, ¿Verdad? —el Creador se alejó de él, sonaba enojado, demasiado— ¿Quién le contó sobre la "Tierra de los Dioses Muertos", eh?

Félix alzó la vista hacia él, Changbin había abierto una ventana, dónde se mostraba al Dios de la Noche, que abrazaba sus piernas, sus ojitos cansados, Félix le había prometido que regresaría pronto para acompañarlo, solo quería hablar con el Creador buscando algo de piedad para aquel cansado Dios.

— Debería expulsarlos a los dos, por traidores —el Creador estaba furioso, tenía el ceño fruncido y el rostro rojo—. Pero eso sería muy fácil para ambos, eso no sería castigo suficiente.

Félix abrió sus ojos ampliamente, sin entender, pero teniendo miedo del poder del Dios Mayor, este nunca se había enojado con ellos, nunca desde su creación habían hecho algo malo.

— ¿Debería expulsarlos? ¿Debería destruirlos? —preguntó el Creador— ¿A ti o a él?

— Yo —respondió de forma inmediata—. Seungmin no tiene la culpa de eso porque yo... Yo le hablé a él primero de la Tierra de los Dioses Muertos, yo le enseñé todo lo que le dijo a Minho, y tienes que matar la planta de raíz... Fui yo.

El Creador apretó su mandíbula, asintiendo, se volvió a acercar a él unos cuantos pasos.

— Qué considerado de tu parte, sacrificarte por quien quieres, ¿No?

Félix se quedó en silencio, aguantando las lágrimas, mirando de nuevo la imagen de Seungmin, quién lo esperaba con ojitos cansados.

De todo ser diferente, iría hacia él con una manta y algo de bebida caliente, se podría sentar a su lado, y dejar que repose su cabeza en su hombro, que se abrace a su luna y que cerrara sus ojos un rato, y se querían juntos toda la eternidad, tal como habían hecho siempre.

— Félix, quedas desterrado de mis Tierras, estás condenado hacia el Inframundo.

"Lo siento tanto, mi amor..." Murmuró hacia Seungmin, vio como algo se rompía en sus ojitos, del otro lado de aquella ventana, pero tan lejos de sí, lo vio negar mientras las lágrimas subían a sus ojitos... Antes de que el Creador la cerrara y lo dejara ciego del amor de su vida.

— Dile a Minho que regrese a su lugar, a mi lado.

>> Si lo traes de regreso, serás perdonado por tus errores, Félix, así puedes estar junto a Seungmin de nuevo... Si no cambio de opinión antes.

╚»• La Tierra de los Dioses Muertos •«╝

La Tierra de los Dioses Muertos.《 Hanknow 》ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜᶦᵒ́ⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora