1.-¡Invitación!

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Era una cálida mañana...

Bueno, no.

Hacía un frío de locos.

Pero para placer de Sigma era una cálida mañana.

Caminaba a la facultad con suma tranquilidad, presenciando el ruido de los pájaros cantar y el susurro del viento soplar, sin interrupciones innecesarias.

Hasta que se cruzó casualmente (como todos los lamentables días) a su mejor amigo y compañero Osamu Dazai:

—¡SIGMAA-KUUUUUUN!—Gritó, saltando encima de él con mucho cariño.

—¡¿E-eh?! ¡Dazai, me despeinas! ¡Quítate ya!—Vociferó con rabia nuestro chico de cabello bicolor.

—¿Ni un hola hola? ¡Que malo eres, eh!—se quejó, con un notable y repentino cambio de humor. Se soltó ligeramente de este y palpo su cabeza, mirándolo dramáticamente.

—Hola, Dazai. ¿Qué pasa? No sueles quitarte cuando te lo pido... —murmuró a lo último, recordando todas las veces en las que llego a la facultad como si se hubiera peleado con el peine por la mañana.

—Bueno, ¡Verás! Como sabes, ¡Tengo un hijito muy lindo!

—Mashiro. Sí lo sé, ¿Qué sucede con él? No me hagas perder el tiempo.

El castaño suspiró.

—¡Es su cumpleaños! Y chibi quiere hacerle una graaaaaan fiesta en una quinta, ¿Sabes?—Sonrió con dulzura por el detalle tan grande de su marido.

—Sí, ¿Y...?

—Y Mashi-mashi quiere que asistas a la grandiosa fiesta...

—D-dazai, tú sabes que a Mashiro l-le encantan los...—Sigma paro su andar y se quedó a mirarlo con inseguridad en sus ojos.

¿En serio se lo estaba pidiendo? ¿Por qué concebió a un hijo fanático de los payasos? Hubiera preferido que lo criara bajo un ambiente político, no sé, que se haya hecho fan de Videla. Iba a estar más que contento.

—¡Sigma, quisiera rogarte que asistas a la fiesta de Mashi! ¡Por favor! ¡Él te quiere como un tío! ¡Le romperías el corazón! ¡Y la peor parte es que le encantan tus galletas recién horneadas! ¡Tienes que asistir!

—P-p-pero... —tartamudeó, dando unos pasos atrás.

—Venga, ¡Por favor! Puedes mirar para otro lado cuando vengan los payasos. ¡Pero te lo suplico, ruego, pido!—Dazai se arrodilló rápidamente juntando las dos palmas de sus manos y cerrando los ojos con fuerza en forma de desesperación y súplica.

—¿¡L-L-LOS?!—Lo miró horrorizado. Eso significa que ya tiene un plan... ¿Esto fue una emboscada?

—Please...—Dazai levantó la mirada, haciéndole ojitos de cachorro.

Sigma suspiro resignado y asintió.

—¡Sí!

—Me debes una, Dazai. Sólo quiero que sepas que esto lo hago por Chuuya. No quiero salir con un moretón en el ojo del mismo color que el lado de mi cabello.—Cruzó los brazos y siguió caminando.

—¡Gracias, Sigma! Hoy no dormiré en el sofá..

—Ahg.

—Ahg

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¡No hay de qué temer! GogolxSigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora