VII

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Capítulo final.

Zoro observa el techo de aquella gran habitación, no puede dormir debido a que sanji dormía junto a él dándole la espalda, su buen corazón y empatia por el prójimo lo obligaron a volver a donde estaba el chico quien terriblemente avergonzado y cabizbajo lloraba de manera demasiado penosa - le exigió que eso no volviera a suceder y le ordenó que lo siguiera.

-gracias por la comida sanji - finalmente decidió hablar, observó de reojo a sanji quién sólo asintió con la cabeza - no seas idiota niño, cualquiera que ha pasado por lo que pasaste necesita definitivamente un abrazo, pero - comentó con demasiada seriedad - nunca confundas la amabilidad de alguien con algo más que eso - sentenció - hasta que esta misión termine te protegeré, no importa lo que pase, porque es mi trabajo - aclaró.

Sanji suspiró largamente y nuevamente asintió, en sus ojos nuevas lágrimas se agolparon, mordió su labio inferior buscando silenciar su dolor.

-ven aquí - zoro ordenó, se tomó el derecho de coger a sanji por uno de sus hombros y obligarlo, prácticamente, a voltear su cuerpo, lo abrazó estrechando con suavidad su tembloroso cuerpo- puedes llorar... Si quieres - susurro y decidió cerrar sus ojos, necesitaba dormir.

Sanji nuevamente asintió, con algo de temor busco refugio a un costado del peliverde y en silencio dejo salir sus lagrimas de dolor y sufrimiento acumulados.

Zoro lo estrechó un poco más y presa del cansancio se durmió.

Los siguientes días con sanji fueron tranquilos, zoro seguía con la intranquilidad y tristeza metidas dentro del pecho, a criterio de sanji el hombre siempre estaba distraído y con un semblante triste.

Aquella mañana mientras desayunan en silencio, el móvil de zoro sobre la mesa comenzó a vibrar, una llamada entrante, sin dudar contestó.

-si - sonaba ansioso - ¿es enserio? - su mirada se ensombrecio - si... Lo entiendo, bien.... Adiós - cortó.

Inhaló profundamente y apoyo ambas manos sobre la mesa, sintió unas terribles ganas de vomitar observó sus manos transformadas en un terremoto, se movían con violencia, sus ojos rápidamente se humedecieron y gruesas gotas no esperaron demasiado para salir unas sobre otras, sanji lo observó con preocupación.

-zoro... - lo llamo con suavidad.

Este negó con la cabeza demasiadas veces y terminó abrazado sobre la mesa, hasta ese momento su respiración estaba contenida dentro de sus pulmones y sólo la dejó escapar transformada en un profundo gruñido que desató un incontrolable llanto de pena y angustia.

Se quedó quieto, apoyo la frente sobre la mesa y solo lloró, lloro como nunca en la vida había llorado, no existía consuelo en el mundo entero, ni palabra que calmara su destrozado corazón, ni abrazo que lo cobijara.

Aún así sanji angustiado se acercó rodeando el mesón de la cosina, se apoyo ligeramente sobre su espalda y lo abrazó.

-

Finalmente el día de la entrega había llegado, el hambiente dentro de aquella gran casa escondida dentro de un amplio bosque de pinos se respiraba demasiado tenso, zoro no quería hablar con nadie y con el ceño fruncido fingía que nada había sucedido, no volvió a comer con sanji otra vez, ni se despidió cuando esté, finalmente se fue.

Sentado cabizbajo en el sofá espera que llegue el jefe a hablar con él.

Ya no le importa tener que irse o quedarse allí por mas tiempo, no tiene un verdadero motivo para irse a casa, sus enrojecidos ojos de la furia solo mirar fijamente el suelo, con los labios fruncido contiene la respiración a ratos para no volver a llorar.

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