VUELO
La cueva terminaba en una saliente a mitad de la montaña. No podía ver qué tan alto se encontraba porque la niebla solo le permitía imaginar que había un abismo bajo sus pies. O contrario a eso, quizás estaba más cerca del suelo de lo que creía.
Nirabata se asomó con cuidado alrededor del borde, buscando la manera de bajar. Dudaba que tuviera que volver y buscar otro camino. Entrar al mar para rodear la montaña sería la última de sus opciones, no le apetecía averiguar lo que podría encontrarse.
De pronto, el graznido de un ave llamó su atención. Levantó su cabeza lentamente y giró hacia la izquierda, encontrando una ave negra posada en una roca. Tenía pequeños ojos que brillaban de un tenue color rojo y un alborotado plumaje negro que por momentos parecía soltar algún polvo que se deshacía alrededor del pequeño cuerpo encorvado. Nirabata creyó que el ave podría estar lastimada, así que se acercó a ella, comprobando con horror que el esqueleto del animal quedaba a la vista de manera intermitente, como si se estuviera desmoronando lentamente, pero sin llegar a morir en el proceso.
El ave graznó una vez más antes de lanzarse repentinamente hacia el pequeño que se agachó justo a tiempo para esquivarla. Tuvo el impulso de gritar, pero descubrió que su garganta no emitía ningún sonido. Su corazón dio fuertes tumbos en su pecho, no sabía si por ser atacado por un ave medio muerta, o por darse cuenta de que no podía hablar.
Algunas pequeñas rocas cayeron sobre él, y al alzar su cabeza se percató de que había más aves raras mirándolo fijamente. Eran como manchas de suciedad sobre una interminable pared gris. Su corazón se aceleró bruscamente al verlas caer en su dirección haciendo ruidos extraños que lo estremecieron.
El niño se incorporó con rapidez e hizo aspavientos con sus brazos y cerró sus ojos en un vano intento de ignorar el terror que se extendió por todo su cuerpo. Trató de retroceder pero trastabilló y sin más cayó por el borde. Fue extraño tener el impulso de gritar y no poder hacerlo, al tiempo que sentía su cuerpo descender. Entonces, el viento lo golpeó en el rostro y después, repentinamente fue empujado por una fuerza invisible que lo hizo alejarse rápidamente de la montaña.
No sabía lo que sucedía. Solo fue consciente de la dura caída segundos más tarde. Rodó por la arena hasta que terminó deslizándose de cara en la misma hasta detenerse.
Los brazos le ardían ahí donde las aves lo habían lastimado. Tenía miedo de comprobar el estado de sus heridas. Temblaba un poco, pues lo desconocido comenzaba a hacerlo sentir desubicado. Tenía la sensación de que había perdido algo, pero no sabía el qué. Era algo desde dentro de su ser que le decía que algo estaba terriblemente mal.
Nirabata se quedó un buen tiempo en el suelo tratando de calmar su acelerado corazón, hasta que le fue necesario respirar y sacar su cabeza de la arena. Aún podía escuchar a las aves revoloteando en algún lado, pero al menos respiró tranquilo sabiendo que no estaban lo suficientemente cerca como para atacarlo de nueva cuenta.
Se puso de pie con cuidado, sacudió su ropa y miró al frente dónde una luz sobresalía a duras penas entre la neblina. Solo dió un rápido vistazo a su alrededor, asegurándose de que no estaba en peligro, antes de caminar con cautela en dirección a la luz.
Nuevamente solo fue acompañado por el sonido de sus pasos y el lejano zumbido del mar. Conforme se acercó a su objetivo, fue descubriendo que se trataba de una luz con forma de un niño. Al instante, una ligera electricidad corrió por su cuerpo, como si se sintiera atraído a la energía delante de él.
«Toca para obtener la luz alada.»
La frase resonó en su cabeza tal como pasó anteriormente cuando estaba en Hogar y cuando entró en Isla del Amanecer. Tan repentino y natural como si fuera algo que debiera saber.
Terminó de acercarse y solo estiró su mano para tocar al niño iluminado, el cuál se deshizo en un polvillo amarillo que revoloteó a su alrededor. La luz alada fue absorbida por su cuerpo. La energía bulló en su pecho con más fuerza y lo elevó un poco del suelo, al tiempo que una capa aparecía sobre sus hombros y una máscara comenzaba a cubrir su rostro. Luego, un destello escapó de su cuerpo antes de volver a sentir el suelo bajo sus pies.
Isla del amanecer era sin duda un lugar extraño. No parecía el lugar cálido que vio en los arcos. Nirabata solo se sentía más confundido al respecto. Difícilmente podía imaginar cómo pudo ser la Isla en tiempos antiguos. Hasta ahora, lo único que sabía con certeza era que se debía mantener alejado de las aves y que la luz alada era buena. Eso, y que aún debía encontrar a los espíritus. En medio de la densa niebla, no tenía idea de por dónde comenzar.
Con la capa obtenida ahora se sentía cálido y protegido. Pensó en que, al menos, tendría algo con lo que cubrirse del frío que recién comenzaba a percibir.
†
†
†
†
Deseaba publicar este capítulo antes, pero no terminaba de estar conforme. Fue día de poca concentración quizás.
Aquí abajo dejo un fanart hecho por Calesti, la chica que también me está ayudando con la versión en inglés 🥰
ESTÁS LEYENDO
Sky: El viaje de Nirabata
AdventureSigue el viaje de esta pequeña polilla. Descubre junto a Nirabata los secretos de cada uno de los reinos del mundo de Sky, te sorprenderás. Libro basado en el juego de Sky: children of the Light.