Cuatro

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El equipo de estilistas finalmente terminó de vestir a la chica. Zuri, quien con tan apretado corset apenas podía moverse, alcanzó a vislumbrar las perlas y cristales que adornaban su cuerpo.

Con mucho cuidado se levantó y se miró en el espejo de cuerpo completo que había en la entrada. Tuvo sentimientos encontrados al mirarse, se veía hermosa, de eso no había duda alguna sin embargo su vestuario era bastante revelador para su gusto, se sentía como un objeto que los espectadores miraban si valía la pena comprar o no.

— Es algo revelador, ¿No les parece?

— Por supuesto querida, créeme que cuando te vean te lloverán patrocinadores— sonrió Opal, orgullosa de su trabajo.

— ¿Creen poder cubrir un poco más con algo de tela? En el pecho tal vez. No queremos que nada salga al aire y tu hermoso trabajo sea recordado por una escena vergonzosa— la mujer de piel rosada meditó unos segundos.

— Tienes razón, podemos agregarle algo de tul para que siga algo transparente pero que no se vea lo suficiente. ¿Qué te parece si le agrego tul abajo también? Dejarlos deseando más.

— Me encanta la idea— sonrió la morena.

Una vez lista, Zuri dio una pequeña vuelta, satisfecha con el resultado.

— Pareces una... Una... ¿Cómo se llaman? Estas criaturas míticas que viven en el mar, lo leí una vez en un libro muy viejo— comenzó Alexei, balbuceando.

— Oh, ¿Esas mujeres hermosas que encantaban a los marineros y los asesinaban?— continuó Diamond.

— Sí, esas mismas... Sir... ¿Sirinias?

— Sirenas— corrigió Zuri— se llaman sirenas.

— Claro, claro. Luces como una de ellas.

—Bella y letal—sonrió la chica— me agrada. Gracias Alexei, creo que ya tengo un sobrenombre.

— Zuri Jones, la sirena del distrito 4 — sonrió Opal.

— Eso chica, encántalos a todos con tu belleza— Alexei se acercó a la joven, para arreglar por última vez su cabello.

— Ahora sal, y matalos a todos— con una palmada en el trasero, los estilistas mandaron a Zuri a reunirse con el resto de tributos

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— Ahora sal, y matalos a todos— con una palmada en el trasero, los estilistas mandaron a Zuri a reunirse con el resto de tributos.

— Te ves... Extraña— murmuró Omari al ver a su gemela.

— Oh, ya sé. Demasiada piel.

— Bueno, al menos mis diseñadores no fueron los únicos que utilizaron ese recurso... Ahora no me siento tan solo al ir mostrando el pecho a todo Panem— rió un poco el muchacho.

Zuri estudió a su hermano, con un enterizo azul con una capa que simulaba las olas del mar, y el pecho bastante descubierto. La chica volvió a mirar a su hermano, ya que su pecho resplandecía.

S I R E N I A  | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora