Malas Noticias

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Aarón trató de tomar una curva cerrada a demasiada velocidad y el auto derrapó

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Aarón trató de tomar una curva cerrada a demasiada velocidad y el auto derrapó. Con el corazón a un ritmo enloquecido clavó los frenos y apretó el volante, tanto que sus nudillos se volvieron blancos... y esperó. Apenas fueron un par de segundos, pero su cuerpo se tensó, preparado para recibir el golpe contra las piedras del borde de la carretera, el tronco de algún árbol si lograba esquivarlas o el vacío de la ladera si tenía suficiente mala suerte para que nada frenara su paso. El auto dejó de moverse y abrió los ojos, mirando alrededor.

La montaña dejaba caer sobre el auto una fina capa de helados copos de nieve, el camino continuaba desierto y para su sorpresa, había logrado frenar sin encontrarse con nada, estaba a salvo. El motor del auto se había apagado, debido a la sorpresa al frenar había soltado los pedales, pero sus manos aún se aferraban, cuan fuerte él era, al volante. Respiró profundamente un par de veces, pero antes que tranquilizarse, sintió como su respiración se aceleraba y los ojos se le llenaban de lágrimas. Lanzó un grito de pura frustración y apretó los ojos para tratar inútilmente de controlar el llanto.

- Estúpido- pensó - Eres un estúpido- y soltó el volante, pero solo para darle un golpe furioso.

Se llevó las manos a la cara y respiró a través de los dedos, se sentían helados. Respiró varias veces hasta que creyó haber regresado a un ritmo más natural, pero inhalar y exhalar era muy pesado, el aire parecía denso, viciado, lo había sido desde que recibió aquella llamada. "No hemos tenido noticias de Iván desde hace varios días" le habían comentado las personas del canal "Se suponía que fuera a este viaje acompañado, pero se adelantó dos semanas. Los primeros días, escribía y llamaba constantemente para contarnos avances de su proyecto, pero desde hace tres días que hay silencio total. Llamamos al lugar donde se supone que está hospedado, pero lo único que pudimos entender es que salió a explorar y nadie lo ha visto desde entonces. Está desaparecido, creímos que deberías saberlo"

Se secó las lágrimas con la manga en un gesto furioso y soltó otro golpe contra el volante. De verdad que su hermano era un estúpido, pensó. Ya había sido una tontería aventurarse a un lugar completamente desconocido, sin apenas conocer lo básico del idioma y sin esperar a su equipo, pero salir a explorar a un lugar tan inhóspito como aquella montaña, solo... él era la única persona tan irresponsable, tan impulsiva, como para hacer algo así.

Respiró profundamente y encendió el motor del auto para ponerse en marcha, esta vez con mayor precaución. La vieja carretera de esa montaña era sumamente traicionera, estaba cubierta de escarcha y por el estado, debía recibir muy poco mantenimiento, cosa que no le sorprendía, el pueblo al que se dirigía, después de todo, era un lugar completamente aislado del mundo, salvo por la tecnología y alguno que otro viajero que necesitara hacer negocios.

Supuso que solo en lugares así se gestaban las historias que interesaban a Iván, su hermano menor siempre había tenido predilección por lo misterioso, macabro y sobrenatural, tanto que había dedicado su vida a ello e incluso había conseguido algo de fama en el medio. "Investigador de lo paranormal" pensó Aarón con un dejo de incredulidad cuando había escuchado a su hermano nombrar su interés profesional por primera vez, en aquel entonces no sabía si se trataba de una broma irónica, después de todo su hermano gustaba de ser un bromista nato y, ya que él era periodista, lo consideró una especia de chiste de mal gusto, pero descubrió muy rápido que, en esa ocasión, Iván hablaba completamente en serio. Se había forjado una carrera como analista de lo extraordinario, como un aventurero de lo inexplicable... o como un crédulo de las fantasías ajenas, según su opinión.

A pesar de intentar contenerse, Aarón comenzó a pisar el acelerador, la incertidumbre lo estaba volviendo loco. Una parte de él rogaba llegar al pueblo y encontrarse con Iván, este se sorprendería al verlo y le contaría una loca anécdota de como se había perdido en el bosque, luego había regresado al pueblo, exhausto, con un frío atroz, pero a salvo. Entonces aquel viaje habría sido una exageración, salir del país y correr hasta aquel rincón olvidado del mundo, un desperdicio de tiempo, y lo reprendería como cuando eran chicos por haber hecho algo tan tonto, y lo abrazaría, y lo perdonaría, y volvería a respirar con normalidad. Deseaba eso más que cualquier cosa en el mundo, con un fervor que de antemano le estaba rompiendo el corazón, porque lo único cierto era que no tenía idea de que había ocurrido con él. Estaba francamente aterrado de lo que le dirían al llegar al pueblo ¿Qué pasaría si su hermano aún se encontraba perdido? O peor aún ¿Qué pasaría si ya no lo estaba?

Escuchó quejarse al motor del auto, lo que lo arrancó de su ensimismamiento, y miró el tablero, una vez más estaba excediendo la velocidad prudente. Al tiempo que bajaba la velocidad, tomó una curva amplia y por fin pudo verlo, el único lugar en kilómetros a la redonda, el único con pobladores que habían osado aventurarse a habitar aquellas montañas. Las casas eran una seguidilla de techos puntiagudos o redondeados, apenas si podía distinguir algunas ventanas iluminadas en la distancia y las casas tenían chimeneas que dejaban escapar finos listones de humo. Desde ahí, el pueblo parecía a medio sepultar por la nieve, pero aun así daba la imagen de un encantador pueblo nórdico, casi sacado de una postal, pero Aarón solo podía pensar en lo que le aguardaba al llegar, la culminación de sus fantasías o la confirmación de sus temores.

Cruzó el último tramo de carretera, el camino ahora era de piedra muy pulida y deformada por el paso del tiempo, por lo que inevitablemente bajó la velocidad. Atravesó un pequeño puente de madera envejecida y finalmente llegó al pueblo. Sin molestarse demasiado en inspeccionar las calles o las fachadas, buscó sobre las puertas de varias construcciones el nombre de la posada que le habían informado los del canal "Den Frosne Jomfruen" o según el traductor de su teléfono "La doncella congelada".

Finalmente, detuvo el auto frente a una construcción de unos tres pisos, hecha enteramente de madera y que presentaba un letrero grabado sobre la modesta puerta con aquel nombre, además de un cartel con la silueta de una mujer desnuda durmiendo. Aarón suspiró una vez más, trató de contener el nerviosismo y bajó del auto. Dio un par de pasos en la nieve, el aire helado le golpeó el rostro dándole un potente escalofrío, pero se aproximó a la puerta de entrada, tomó la manija y empujó, completamente consiente, de que la verdad sobre el destino de su hermano quizás se encontraba cruzando ese umbral. 


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