夢 | ❝Si el sueño pudiera ser un arma, entonces yo sería la más fuerte, ¿porque? Por que el sueño
puede convertirse en una pesadilla mortal, y que sin importa que, puede llegar a ser infinita y aterradora. ❞
Parte de una familia japonesa, Himari naci...
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LOS GRITOS DE dolor de su madre se escuchaban hasta afuera de la casa, los kakushi's estaban ayúdenle a dar a luz.
— ¡Oh my god! Mi madre debe de estar sufriendo mucho. — dramatizó la mayor de los Ubuyashiki, al lado de ella, Sanemi.
— deja de insultar a tu madre. — le dio un golpe en la cabeza.
Justo cuando iba a replicar, los llantos de varios bebés se escucharon.
— oh, momento de la verdad. — sin previo aviso, entró a la habitación con un Sanemi que pedía disculpas. — ¡Xóchitl está pelona! ¡Pelona, pelona! —
Y otro golpe que le da el albino de cicatrices.
— silencio, debes de dejar de ver la Rosa de Guadalupe y deja a tu madre descansar. — volvió a disculparse con los presentes.
— ¡Son cuatro niñas y un niño! — grito una Kakushi con dicho bebé en brazos y con una manta rodeándolo.
— ¿eh? — Himari se quedó callada, había nacido un niño que sería la próxima cabecilla de la familia.
'¿Un Niño? Imposible... ¡Lo van a torturar con su nuevo cargo! ¡Ese Niño va a tener un gran peso en sus hombros! ¿Si quiera va tener una infancia?'
Se quedó en sus pensamientos por unos segundos antes volver en si y caminar hacia El Niño. — que feos que son los bebés. —
Frunció el ceño e hizo una mueca.
— Himari... — El nombre que salió de los labios de su madre la hizo voltear a verla. — lo... lo lamentó. —
Lágrimas salían de ella, Amane sabía que si había un niño entre la familia este se volvería el lider.
— no te disculpes, yo tomaré el cargo de líder, esos niños tendrán una buena vida y vivirán su infancia como cualquier otro niño. — prometió sería, — no es asi, ¿padre? —
El señor de cabello negro como el carbón y de ojos lavanda con una marca que ahora le llegaba hasta casi la mitad del rostro.
— si ese es tu deseo hija mía, — se acercó a su esposa e hijos. — buen trabajo Tsuma. —
— si — Amanecayó dormida ante el cansancio de labor.
Himari volvió de vuelta con Shinazugawa y miró a sus otras hermanas que lloraban en los brazos de los kakushi's.
— Gotō pásame una de las niñas. — ordenó al Chico de 19 años quien hizo lo ordenado y le dio a la más joven. — eres tan pequeña e insignificante que podrá matarte en este momento. — rio.
