Capítulo 4

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Elizabeth frunció el ceño con molestia, ¿era necesario ponerse ese incomodo vestido para firmar unos papeles?

-¡Te ves adorable, mi niña!- la madre de la peli-negra decía muy encantada

Mientras, la protagonista lloraba mares en sus adentros por el vestido que no le dejaba respirar, ¡¿quien dijo que los vestidos debían ser así de apretados en esa época?!

-¿Donde esta Diana?- pregunto al notar que la rubia no estaba

Su madre cambio su alegre rostro a uno serio, ¿por qué su hija preguntaba por una meretriz?

-¿Que importa esa meretriz? Lo importante eres tú mi niña- dijo fastidiada al principio pero luego feliz

La futura emperatriz estaba que su sangre hervía, ¿su madre se atrevió a insultar a Diana?... en momentos como ese, dudaba que ella sea la que la trajo al mundo, eran muy diferentes.

-Madre, esa "meretriz" es mi amiga, y es la verdadera amada de su majestad, así que no la insultes y traela aquí- su tono era serio

-¿Que? ¿Por qué iba a traer a una simple plebeya al lugar donde esta la emperatriz?, ella esa una simple perra que sedujo al emperador, pero pronto TÚ seras la amada de su majestad- habló sonriendo arrogantemente

El emperador que pasaba escucho todo.

¿Matar a su suegra era malo?

Iba a entrar con múltiples ideas de como matar a la duquesa D'iane, pero se detuvo al escuchar algo romperse.

-¡¿Como te atreves?!- exclamo molesta Elizabeth, lanzando la mesa de la que arrojo el jarrón anteriormente

-¿Que?- su madre estaba atónita

-Tu solo eres la que me trajo al mundo, eso no te da derecho a insultar a las personas que amo.- su molestia y seriedad se reflejaban en su mirada-. Si te atreves a insultar a Diana una vez más- se acerco a su madre y le agarro el brazo bruscamente-, no dudare en matarte... créeme, los lazos familiares no me interesan en estos momentos- la frialdad de la hija del duque era innegable

Soltó sin una pizca de delicadeza a su "madre" y procedió a salir de la habitación, encontrándose con el emperador.

-Vamos, su majestad.

Ambos gobernantes de Obelia miraron a la mujer rubia que sonreía y aplaudía por ellos

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Ambos gobernantes de Obelia miraron a la mujer rubia que sonreía y aplaudía por ellos.

Ambos pensaron solo una cosa.

>>¡Sálvame Diana!<<

La rubia los observaba con felicidad, ignorando su mirada de ayuda que le dedicaron los gobernantes.

-¡Claude y Lizzie se ven muy bien!- exclama sonriente la rubia

Ambos se miran. En realidad, no estaba mintiendo, sí se veían bien.

¡𝐍𝐨 𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐒𝐞𝐫 𝐋𝐚 𝐄𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐭𝐫𝐢𝐳! || Princesa EncantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora