Naufragio

16 3 0
                                    

Se me acaban los hilos que tejen mi cordura, el lugar que nos recuerda dicta profesías desatando apocalipsis sobre lo que fue. Destellos de implosiones de nostalgias, momentos, planes. La fina tela que dibuja nuestra historia hace de arapos y desgarres su piel, deja cicatrices a su paso. Y queda un boulevard de fantasías perdidas atravesando la distancia.
Se me acaban los cables que unen mi corazón a mis pasos, mis deseos, a mi ser. Se desenreda el velo que cubre la realidad... y la fantasía se vuelve absurda, lejana, y dolorosa. Es inevitable conocer más allá de lo que es y será, y a veces duele seguir adelante. Siempre hay presagios de tristeza en la felicidad, de olvidos en la memoria, de azar en las decisiones... y hoy de las manos se me van las estrellas, la luz, y la esperanza.
Se me acaba la batería de la voluntad, del deseo, de caminar, de seguirlo intentando. Quizás no era el lugar ni el momento, o no era yo, o no era ella, o no éramos nosotros. Solo el tiempo sabe las respuestas, y la incertidumbre se encarga de hacerme sentir vivo una vez más, solo que en un lugar diferente del alma, oscuro, marchito y arraigado a pedazos de todo lo que pudo doler y lo hizo.
Estamos en el mismo puente de una vez, donde la vida decide ser estancia o ser camino. Donde algunos lloran y atraviezan, y otros se quedan para siempre. Estamos donde juramos nunca anclar, y donde el azar nos condenó a nostalgias. Donde se ven las estrellas y las supernovas, y a veces llevan deseos a otra galaxia, a veces la vida a agujeros negros. Mientras, nos tomamos de la mano y confiamos lo que sentimos a la voluntad, que quizás no fue siempre la fuerza motriz más poderosa y hoy nos derrotan con más fuerza aún las lágrimas sobre el vacío que llenamos o del cual huimos.
Quisiera hacer metáforas lo que duele y realidades lo que soñamos... eso intento, pero el papel te condena a decir la verdad, atraviesa con palabras que solo entiende el corazón. Y hoy caen las estrellas de mi mundo. Estamos varados en el límite de la eternidad, y tomados de la mano esperamos no ser víctimas del infinito de una decisión que nos condene a la deriva, aunque en lo más inóspito del naufragio, y con el alma amarrada en pedazos, lancemos la botella con nuestros nombres adentro.

NaufragioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora