Se hallaba dubitativo a llamar a la puerta de dicha casita tan acogedora. Respira hondo para relajar su tenso cuerpo, listo y preperado mentalmente para lo que viene, en un arranque de valentía toca con algo de fuerza la puerta metálica.
Esperó unos pocos segundos hasta que la chica rubia atendió la entrada, sonriendo alegre por verlo nuevamente.
─ ¡________, hola! ─saluda Biyín, contenta se lanza a él rodeándolo en un cariñoso abrazo.
─ hola, Biyís, ¿cómo estás? ─corresponde al abrazo, sintiéndose de alguna manera aliviado.
─ muy bien, muy contenta, el restaurante está yendo de maravilla. Pero pasa, pasa, quiero que seas el primero en probar mi última creación ─jala con suavidad del brazo al castaño y adentrarse por completo a la casa.
________ no dice nada, no quiere amargarle el día a la chica siendo apenas las once de la mañana, trataría de ser lo más sutil posible cuando le explique lo que ocurre.
La rubia ha sido muy buena y amable con él desde que recuerda, no sabe si le tiene cariño como madre o como una hermana mayor, de cualquier manera, quiere que sea ella la primera en saber de su condición. Cree que lo merece, pues considera que es con quien tiene un lazo más estrecho.
─ hice unas albóndigas con espagueti, vas a flipar con lo ricas que están ─parlotea dejándolo en medio del salón donde están todas las mesas, mientras ella iba en busca de dicho plato.
El castaño tomó asiento en la mesa más cercana, aún absorto ligeramente en sus pensamientos. Esto estaba siendo más complicado de lo que había pensado. Su cabeza es su mayor enemigo en ese momento, comienza a divagar en posibles reacciones de Biyín, especialmente en las negativas.
¿Lloraría? ¿Se enfadaría por habérselo ocultado todo el tiempo?
─ toma, quiero saber que piensas ─emocionada deja la comida sobre la mesa.
Para ella, la opinión de ________ era muy importante, pues sabía que el castaño no era de comer cualquier cosa. Dió el primer bocado, saboreando la salsa de tomate y la carne de las albóndigas. Una auténtica delicia, como todo lo de el restaurante.
─ uhm, está riquísimo, Biyís ─su expresión se contrae en deleite, enrrollando en el tenedor una generosa cantidad de espagueti.
─ hombre, pues claro, lo hice yo ─responde orgullosa, soltando de último una risita.
Continuó devorando la comida sin dejar ni un rastro en el plato, sonriendo satisfecho. Se había incluso olvidado de la principal razón de su visita.
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Salieron a dar una vuelta por el pueblo, incluso yendo al pueblo naranja a hacerle una visita a Focus, encontrando a Auron por el camino de vuelta al no hallar al cuervo en casa.
─ ________, cuánto tiempo sin verte, hombre ─el de mechón pasa su brazo por los hombros del menor en un tacto afectivo.
─ sí- no he estado sintiéndome bien ─sonríe nervioso, no queriendo hacer contacto visual con ninguno de los dos.
