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Nuestro reino estaba ubicada ni tan cerca ni tan lejos Solorio, somos un reino pequeño pero poderoso.Hacia frio la mayoría del tiempo, nos teníamos que abrigar demasiado para poder mantener el calor.

Todo aquí es estricto, casi no podíamos opinar por miedo a que nos mataran, bueno, somos mujeres, ¿Qué podíamos hacer? El mundo iba en contra nuestra.

Yo quería cambiar eso.

Una cicatriz en mi mejilla derecha era el único contraste de color que había en mi cuerpo, me conocen como la chica de las nieves, no por haber nacido a la mitad de la nieve o algo semejante. Era completamente palida, blanca, como la nieve, de allí mi nombre.

-¡Bianca!-

Lleve un tomate a mi cesta mientras pagaba con unos cuantos doblones antes de girar la cabeza en la dirección de la cual me llamaban, tenia 14 años e intentaba evitar a toda costa a papá y a mamá, era el dia de mi boda y no quería ir a casa.

-¿Si?- Dije cubriendo con una tela mi cesta mientras colocaba un mechon de cabello detrás de mi oreja.

-¿Cómo que "¿si?"? Vamos, debes ir a arreglarte- Mi madre, Petunia de la pradera, una mujer joven de unos 30 años, me tomo del brazo lo que casi provoca que me tropezara con mi vestido, pero no rechiste.

Fui llevada a la casa, mi casa, donde habían muchas personas que se encargarían de ayudar a prepararme para la hora, no quedaba mucho tiempo para que eso pasara. Me quitaron la cesta tirándola la suelo.

Me quitaron mi ropa y me comenzaron a colocar un vestido blanco, era una cosa fea que llegaba hasta el suelo, estaba pegado a la cintura y resaltaba mi busto, era realmente incomodo usarlo, además, no se distinguía cual era mi piel y cual era el vestido.No quería casarme, mas aun cuando era un hombre de 20 años mas grande que yo, ni lo conocía, solo era una manera para que mi familia no termine pidiendo limosnas en la ciudad.

-Mamá ¿Y si no quiero cazarme?- Dije en voz baja mientras ella arreglaba mi vestido a lo que ella me miro con un semblante serio.

-Escucha, yo tampoco quería cuando me case con tu padre- Eso ya lo sabia, me lo dijo el dia en que me entere que estaba obligada a casarme- Pero con el tiempo terminaras amando a la persona con la que te casaras-.

-¿ Y si no es asi?-

Todas se quedaron calladas, mamá suspiro antes de hablar.

-Aprendes a vivir con ello-

Eso significaba para mi que muchas debían aguantar dia a dia lo que sus maridos les decían, aunque por sus cabezas se les pasara lo contrario.

Contra las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora