Los Cuentos De Hadas No Son Para Siempre

CAPÍTULO 3: Las puertas no se abrirán solas.

Apenas con los primeros rayos del sol asomaron su ventana abrió los ojos. Se encontró con la figura de la señora kicho, limpiando la habitación, se preguntaba dónde estaba Haru pero su pregunta encontró respuesta rápido al verlo en su cuna al lado de su cama.

Se sentó en la cama,serca de la cuna de Haru, y lo tomo en sus brazos junto a su pecho. Tenerlo de esa forma era tranquilizante para su corazón y su alma.

-¿eh?...oh, ya despertaste niña- dijo la señora kicho sobresaltada al no escuchar los balbuceos del bebé y verla con el en brazos- Todavía es muy temprano, el señor Yoshida no está despierto, solo el señor Ryu y yo, deberías dormir un poco más. Te levantaré para el desayuno- dijo la señora kicho.

Pero ella se negó a volver a dormir.

Ya avía dormido lo suficientemente, no quería perder más tiempo, quería consentrarse en su recuperación inmediata y buscar un lugar para ella y Haru. La señora kicho no insistió en volver a que durmiera, cuando terminó de limpiar la habitación, le dijo que tenía que ir a preparar el desayuno, le pregunto si se llevaba al bebé con ella para dejarla descansar.

Pero le dijo que lo dejara con ella. Algo que ella también accedió, pero le dijo que la llamara si necesitaba ayuda con el bebé.

La señora kicho los dejo solos.

Y una vez solos, ella volvió a quitarse los cables que la mantenía sujeta a los sueros y las máquinas. Ya no necesita de estos sueros o máquinas pero el Señor Yoshida insistia en que debía seguir con ellas, por orden del Doctor Kosui.

Desde que despertó de su inconsciencia, procuro curar su cuerpo lo más rápido posible. Esperaba que su cuerpo estuviera tan mal como ellos dijeron, pero des de su punto de vista, no estaba tan mal como decían.

Claro, aún tenía la piel pegada a sus huesos y muy pálida, pero fuera de eso, se sentía bien. Aún no podía alimentar a Haru con su leche materna, pero tenía la suficiente fuerza para tenerlo en sus brazos, eso ya era mucho para el estado en el que se encontraba.

En el pequeño rato en el que estubo sóla la puerta se abrió, pensó que sería la señora kicho, pero se llevó la sorpresa de que en lugar de ser la ama de llaves, se trataba de un perro algo grande entrando en la habitación. Era totalmente negro, estaba parado en la puerta viéndola fijamente, probablemente comprobando si ella era de confianza o una amenaza.

El perro probablemente esté interesado en ella, ya sea por ser alguien que nunca allá visto o que pueda sentir la energía de chacra en su interior. Ella se hacerco a él con cuidado hasta que quedó muy Serca de el, se inclinó hasta su altura sin dejar de mirarlo a los ojos, le extendío su mano para demostrar que podía confiar en ella pero en lugar de recibir su pata como hubiera esperado.

El perro clavo sus colmillos en su mano, gruñía con fiereza al tenerla en frente suyo. No confiaba en ella, eso es claro, quisas se deba a qué nunca había sentido alguien con su poder.

En este mundo parecían tener su propia circulación de energía, sentir su tiempo de energía debe ser algo a lo que no estaba acostumbrado y la vea más como una enemiga.

Una reacción natural ante algo que no conocés y te enfrentas por primera vez.

El perro seguía engullendo sus colmillos en ella, ya estaba derramando algo de sangre debido a esto. Con su otro mano acaricio la cabeza del perro y le susurro unas palabras que lo calmaron y le hizo ver qué podía confiar en ella.

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Luego del desayuno el doctor kuzui fue a verlos a los dos, ese doctor era muy bueno con ellos. A pesar de su edad se veía que todavía podía ejercer su trabajo con profesionalismo, aunque siempre lo notaba con una expresión cansada, ella podía entender que el trabajo de un médico podía ser muy agotador y hasta a veces estresante pero el, era un doctor con años de experiencia en tratar con pacientes.
Ella llegó a respetar aquel doctor, aunque solo se hayan visto un par de veces, con solo verlo a él y el control que tenía al tratar a alguien como ella, era más que suficiente para ella saber que amaba y ejercía la medicina con pasión.