La muerte de mis padres había dejado demasiados traumas en mi, incluso antes de saber la verdad. Es por eso que Chloe llegó en un momento de mi vida en el que me encontraba vulnerable; a poco tiempo de saberlo todo, vísperas de la verdad.
Mis padres murieron cuando apenas tenía nueve años. Era tan solo una niña, y decir que murieron sería una gran mentira. Mis padres no murieron, fueron asesinados. Al parecer —y de esto no me enterado hasta mi mayoría de edad— Charles, mi padre, estaba involucrado en un lavado de dinero. Había sido extorsionado por quién sabe quién, y se encargaba del trabajo sucio y aburrido. Allí fue cuando conoció a Nicolo, un mafioso de película y con los pantalones bien puestos. Como buen italiano con agallas, le propuso a mi padre un trato. Si Charles lo ayudaba con algunos trabajos, pagaría el dinero que debía por el y así dejaría el lavado. Básicamente, abandonaría un trabajo sucio y aburrido, por uno sucio pero divertido. Le debía la vida, y por ende, su silencio. Nicolo sabía como conseguir aliados de confianza. O al menos así le gusta contarlo a él, describiendo a mi padre como un gran "coraggioso". Charles ya lo había visto todo, y lo que Nicolo proponía no estaba del todo mal, se trataba de algo así como... justicia por mano propia. Además de algún que otro tráfico de drogas. Aunque jamás accedió al labor de sicario, si se dedicó al sector de investigación y planificación de cada gran hazaña. Al cabo de unos meses, mientras yo me encontraba en la escuela, unos tipos se colaron por mi ventana y decidieron dejarme huérfana. Hasta el día de hoy, no sabemos de quien pudo tratarse con exactitud. Si bien asumimos que los culpables fueron aquellos que solían extorsionar a papá, a mi se me hace raro que hayan desaparecido tan rápido. Aún así, Nicolo prometía hacerles pagar con cada uno de sus dientes.
Así fue como aquel italiano de carácter impredecible se hizo cargo de mi. Una niña de tan solo nueve años, a cargo del único contacto cercano a mis padres. Ya que el resto de mi familia no pertenecía al país y tampoco estaba interesada en mi. Nicolo se presentó como la mano derecha de mi padre e hizo lo necesario por tener mi custodia, cosa que en aquellos tiempos, no era demasiado.
A mis veintitrés años, ya era una más dentro del equipo. El grupo se conformaba por Greta y Jackson, hijos biológicos de N, Greg, Marcus, Nicolo y yo.
Greta era unos cinco años mayor que yo, y Jackson ocho años menor. En sus quince, el muchacho temía a pocas cosas, había dejado la escuela luego de varias expulsiones y su padre decidió que era hora de incluirlo en el negocio familiar. Greta vivía tiñendo su cabello color anaranjado y escuchaba punk, Nicolo detestaba ese tipo de música y discutían a menudo. Por otro lado, Greg y Marcus eran gemelos, y por supuesto, los sicarios.
—Entonces, a ver si entiendo, la cosa es así —repetía Greta por segunda vez—, esos tipos y su hija nos ayudarán con el plan Valentino. Lo que no entiendo es de que cojones podría servirnos su modelito de hija en cuestión, pero eso es ya otro asunto que vais a contestarme cuando...
—Ya basta, por dios —espetó Nicolo—. Me aturdes —murmuró mientras masajeaba su sien.
—En realidad yo tampoco entiendo del todo —me incorporé sobre la silla—, ¿en que parte del plan entra la modelo?
—Ya ves —alzó las cejas la joven.
Nicolo soltó una leve carcajada y los gemelos se miraron entre si.
—Ahh... Vosotras, mis niñas, vais a dejarme pelado. A ver si queda claro. Los tipos que tenemos en la mira esta noche son dos, y son unos putos proxenetas, ¿vale?
Tragué en seco.
—El plan es que nuestra modelito y tú —recuerdo su dedo índice señalarme con firmeza—, mi querida Elizabeth, os encarguéis de traer a las presas aquí. Ahora, ¿por qué la elegimos a ella? Porque nos gusta hacer las cosas con clase, divertirnos un poco, ya sabéis, jugar con ellos.
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Código de honor
RomanceAntes de partir de la ciudad para siempre, Elizabeth, decide rememorar por ultima vez los hechos de su pasado. Las memorias de una mujer de 55 años nos cuentan la arriesgada vida de dos jovenes enamoradas en la década de los 90s. Ambas entregadas a...