game of survival ; m.g. [PAUSADA]

2 ; let me take care of you

▐  MARTIN'S P.O.V.

📍 NOVIEMBRE 30, 2016
📌 AMSTERDAM, THE NETHERLANDS

Tenía 17 cuando lo perdí todo. Perdí a mis padres, mis sueños, todo eso destruido gracias a un virus, un maldito virus que acabó con la mitad de la humanidad.

Estuve todo un año completamente solo, aprendiendo a sobrevivir por mi propia cuenta, salvandome de mi mismo y de los infectados. Estaba apunto de volverme loco hasta que conocí a Julian, a Tim y a Matt, mis mejores amigos quienes gracias a ellos estoy donde estoy, luego conocí a Taylor y Crystal y por último a Anton, todos ellos son mis amigos más cercanos. Todos nos instalamos en la plaza principal de Amsterdam y poco a poco conocíamos a gente y les ofreciamos hospedaje a cambio de algo, hasta que ocurrió algo.

Conocí a una chica, quedé flechado en cuanto la ví, nos enamoramos y luego nos convertimos en pareja. Exactamente un año más tarde, un hombre que juraba no estar infectado llegó al búnker y le ofrecimos quedarse, al día siguiente él enloqueció y mató a muchas personas, entre ellas mi hermana y a mi novia.

No puedo describir el dolor que sentí cuando las ví convertirse y como me pedían a gritos que las matara antes de que pudieran atacarme, no quedó de otra que hacerlo, disparé directo a la cabeza.

Eso me dejó marcado hasta el día de hoy.

Por eso quise negarme cuando Julian y Taylor trajeron a esa chica al búnker, pero por alguna razón la dejé quedarse, no iba a bajar la guardia obviamente, pero hubo algo en ella que me hizo cambiar por una sola vez el protocolo.

—Martijn, nos estamos quedando sin suministros —anunció Tim entrando a mi oficina.

—Avísale a los demás, vamos hoy por la noche —ordené—. ¿Cómo va Morgan? ¿han notado algún comportamiento extraño en ella?

—No, lo que sí he notado es que la única vez que comió fue cuando la trajimos.

—Bien, has lo que te dije, yo en un momento los alcanzo.

Caminé hasta el área de habitaciones y busqué la de Madison, toqué un par de veces la puerta y luego ésta se abrió, dejando ver a Madison sin ninguna expresión en su rostro.

—¿Que quieres?

—Te dejo quedarte y me tratas así —sonreí—, no es muy justo que digamos.

—¿Que quieres?

—¿Puedo pasar? —Ella, aún con un rostro más serio se quitó de la puerta, dejándome pasar. Caminé y me senté en la cama junto a ella—. No has comido en tres días, ¿por qué?

—No tengo hambre —respondió.

—Debes comer algo, es lo que te da fuerza.

—Una vez luché contra infectados sin haber comido una semana. Los hijos de puta terminaron muertos.