ZYRA
Despertó en plena caída. Masculló una maldición al chocar con la alfombra. Sentía que había sido arrollada por una montaña.
Había caído de la litera. Estaba en el campamento de los justicieros. Habitaba un gran silencio en la guarida.
Corrió la cortina del dormitorio y echó una mirada a los corredores. No había nadie, excepto Filomoris, sentado sobre algo en medio del mercado principal.
– ¡Buenas noches princesa! – Debajo de la máscara, que cubría toda su cara, excepto la boca y la cuenca de los ojos, se dibujaba una siniestra sonrisa.
Su traje era color vino, tenía unos pantalones muy ajustados y unas botas decoradas con flores doradas. Debajo de la levita se podía vislumbrar un chaleco con el mismo motivo floral. Fumaba de una pipa, cruzado de piernas. Bajo el sombrero galante se veía una piel pálida, casi azul.
Zyra se acercó con cautela.
– Lindo equipo... Aratas.
La forma en que arrastró las palabras al mencionar su avatar la hizo irritar. Su forma de hablar la irritaba.
– ¿Dónde están todos?
Aún llevaba puesto el traje que le dio Rebeca. Pero no recordaba nada de lo que había sucedido después.
– En la inauguración – respondió el justiciero–. En las torres de Lyriatiz. Pero ya lo sabéis, Zy.
Ella se estremeció.
– Ese sueño... ¿fue un sueño verdad?
– ¿Qué sueño? – se desentendió él, borrando su sonrisa.
Unos instantes después, echó una breve carcajada.
– Sí.
Zyra avanzó unos pasos. No solía pensar que hubiera justiciero alguno que fuera rival, aunque ella nunca hubiera peleado con uno. Pero ése despertaba en ella el temor.
– ¿Quién sos?
– Ya sabéis eso.
– ¿Él te envía? Dejá de dar rodeos. ¡No sabés lo que está en juego!
– Sé lo que está en juego. Creo, je, je.
– ¿Sos policía? ¿De la Esmer'katet? ¡Hablad!
– ¿Tengo pinta de ser policía? Wow... – Sus palabras eran acompañadas por ademanes excéntricos. – Yo no tengo dueño, princesa. La Esmer'katet, la policía, los Justicieros, son todas piezas de ajedrez. Baff, eso es demasiado. Son más bien, juguetitos revolviéndose dentro de una caja. Yo soy un agente independiente.
– Vos no sos Filomoris – interrumpió Zyra. – Sólo usás su traje. Un imitador.
El justiciero la escrutó con astucia.
– Me pregunto cuánto tiempo Aratas seguirá siendo el mismo.
– No te hagas el tonto. ¡Sabés bien lo que estoy diciendo! ¿Rodregic lo sabe?
– Rodregic sabe lo que quiere saber. Pero es que yo no soy nadie, princesa. ¿Quieres ver mi rostro? ¿Saber mi fecha de nacimiento? ¿De qué se me acusa?
– He pasado mi vida lidiando con agentes de Hoferos.
– Querrás decir fanáticos. Te repito, mi estimada, yo no soy partidario de nadie. Soy un hombre con sus propios principios.
Zyra se cruzó de brazos.
– ¿Y qué dicen tus principios?
Filomoris abrió las piernas y apoyó sus codos sobre ellas, inclinándose hacia delante.
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El Libro Azul: La Maldición de Esker'lamet
Mystery / ThrillerHundida en la oscuridad de las calles frías de Jaiva, Artemisa sale de su casa una fría noche de otoño. Encaminada hacia el Hotel de Mario, la más lujosa red de prostitución del país, a cumplir con su trabajo, cuando un grupo de sicarios la intercep...