Una voz familiar me despierta.
-¡Buenos días cumpleañera!-mi madre me felicita mientras que yo gruño y me estiro debajo del edredón. Desde pequeña he odiado mi cumple, pero tengo mis motivos.
Me levanto y contemplo mi cuarto, un poco desordenado, veo mi escritorio a la derecha con el libro que estaba leyendo ayer y mi armario a la izquierda lleno de pegatinas horrorosas. Me pongo mis zapatillas de ositos y me encamino hacia el baño.
Consigo vestirme y maquillarme a tiempo para salir hacia el coche rojo familiar de los tiempos de María del Carmen y pillar el asiento copiloto antes de que uno de mis hermanos pequeños me lo quite, una vez sentada y con una cara de triunfo empiezo a comer mi barrita energética. Escucho un par de quejidos mientras mi madre arranca pero los ignoro.
Llevo puesto una camiseta amarilla- que siempre me hace sentir mejor-y unos vaqueros oscuros un poco desgastados a los que acompañan unas converse azules. Mi madre aparca el coche y se despide de mi para llevar a mis dos hermanos, Nico y Lucca, al edificio de enfrente.
Al llegar al instituto , el edificio más feo que he visto en mi vida, con rejas en las ventanas y grafitis en cada esquina, me felicitan un par de personas.
Mientras cierro mi taquilla consigo ver a lo lejos un punto rosa moviéndose a toda velocidad cada vez se acerca más hasta que veo a Tori, mi mejor amiga, que viene corriendo hacia mi atrayendo la atención de todo el instituto, mientras salta y canta el cumpleaños feliz.
Tori es mi mejor amiga desde hace mucho, hija única de un matrimonio rico y con un futuro prometedor, y os preguntareis que como ha acabado en esta pocilga, bueno pues la historia es muy simple:
Tori y yo nos conocimos con doce años-ella una niña modelo de ojos azules, pelo rubio y alta estatura y yo una niña normalita de ojos verdes y piel oliva-cuando fue hora de elegir instituto como yo no tengo una familia tan prestigiosa como para pagar una educación privada me enviaron aquí, Tori estaba tan devastada que se negó a comer durante una semana hasta que sus padres accedieron a que estudiase aquí con la condición de que hiciese extraescolares en un instituto pijo del norte. Desde ese momento hemos sido inseparables.
Ella siempre dice que somos como el ying y el yang. Y es verdad, ella es alta, con la piel pálida, que contrasta sus ojos azules de bambi, esquelética y con una melena larga y rubia que siempre lleva perfecta y yo, en cambio, soy bajita, aunque no tanto, con el pelo castaño y corto, la piel oliva y bastantes más pecas de las que me gustarían. Nuestros estilos también son muy diferentes, sus piezas atrevidas de colores chillones y escotes marcados contrarrestan mis camisetas de colores oscuros y vaqueros degastados.
Después de un ajetreado día de instituto, Tori y yo ya estamos de camino a mi casa parando en las tiendas habituales para ver ropa y hablar de cotilleos.
Me interrumpe mientras miro una camiseta básica con una palmerita en el centro.-Seguro que te va a encantar-sigue diciendo. Yo escucho pacientemente sabiendo que no aceptará un no por respuesta.
-Y además tienen piscina, alcohol y todo lo que te puedas imaginar.
-Que convincente suenas-respondo sarcásticamente, y empiezo a encaminarme hacia la salida.
-Jaja, que graciosa eres. Pero no te vas a librar esta vez, de eso me aseguro yo.
-Como tu digas-murmuro entre suspiros.
Seguimos nuestro camino sin hacer más paradas ya que esta tan distraída hablando de la fiesta que ni siquiera mira los escaparates.
En cuanto llegamos a una parte con casitas pequeñas de colores primaverales la cojo del brazo. Ya que sigue igual de distraída y ni se da cuenta de que ya hemos llegado. Al ver que no me muevo me empieza a empujar hacía una casita un poco desaliñada de color blanco roto con un par de plantas cayendo del techo.
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Un solo verano
RomanceLia acaba de terminar el instituto y esta esperando pasar el verano con su novio y su mejor amiga, pero todos sus planes se desmoronan cuando sus padres le dicen que se a ir todo el verano a Italia. Todo parecen desgracias hasta que conoce a Marco...