1

90 18 0
                                    

Jimin se encontraba de pie al lado de una pareja, con una libreta y pluma en mano, esperaba que aquellos dos ordenen con una falsa sonrisa en el rostro. Cuando la pareja finalmente se decidió, lo anotó en la libreta rápidamente y se alejó. Estaba agotado, sudaba por la incómoda ropa del trabajo y mucho peor era saber que seguramente, llevaba encima el olor de la comida chatarra que ahí se preparaba.

— Ryan, aquí hay otro pedido para la mesa seis, por favor. —colocó la hoja en un cordel y le puso un gancho, era el sitio donde se colocaban los pedidos.

El cocinero le sonrió al menor amigablemente.

— Enseguida sale JiMinnie.

Jimin sólo mostró una sonrisa diminuta en respuesta, y se quedó de pie esperando el pedido, pues el local no estaba muy concurrido a esas horas. Aunque tampoco es que fuera uno. De pronto, una de sus compañeras le pico en el hombro, llamando su atención.

— Jimin, lamento molestarte, pero podrías atender un momento la caja, Jun salió temprano hoy. Y no te preocupes, yo atenderé tu mesa.

Asintió y se dirigió al sitio donde se pagaba lo consumido. Un par de horas pasaron, el lugar no estaba a tope para ser medio día y eso era bueno, pues podía descansar un poco de vez en cuando. Estaba despachando a un cliente cuando se percató de que un hombre, vestido muy elegante por cierto, entraba en el restaurante. Espero pacientemente detrás del hombre que Jimin estaba despachando, y cuando se retiró se acercó a él.

Le resultó muy extraño ese hombre, se notaba que era un extranjero, era alto, de hombros anchos y cabellos dorados rizados.

¿Por qué un hombre vestido así entraría a un restaurante de mala muerte?

— Disculpe señor, primero tiene que realizar el pedido antes de pagar. —le explicó sin mostrar expresión alguna. El hombre sonrió ligeramente.

— No vengo a realizar un pedido, más bien...—se detuvo un momento antes de continuar, pensativo.— Busco a alguien.

— ¿A quién viene a buscar? —quizás era el novio de alguna de sus compañeras y había venido a por ella.

— Estoy buscando a un joven, su nombre aquí es Jimin.

El mencionado estaba confundido, no sabía por que ese hombre lo estaba buscando, o como sabía su nombre. Mucho peor, conocía el lugar donde trabajaba ¿Quizás era un policía?

Aún así, decidió responder.

— Soy yo. —respondió firme y tajante. No iba a mostrar vulnerabilidad delante de nadie. Nunca.

El hombre nuevamente sonrió de lada, pues finalmente había encontrado lo que estaba buscando.

— Mis más cordiales saludos, para el príncipe del Inframundo.

Resoplo frustrado cuando se le cayeron las llaves de su casa. Sentía que se le agotaba la paciencia, podría quemar las casas de sus vecinos y ni aún así sentiría satisfacción por completo. Volvió a colocar las llaves en la ranura y la puerta cedió finalmente, y para alivio de Jimin, que estaba por tirarla abajo. Claro que el no era el culpable de su mal humor, ese hombre extraño si la tenía, incluso le decía cosas extrañas. Lo había llamado príncipe. Estaba borracho seguramente, aunque no percibió olor de alcohol sobre el.

— Mamá, ya estoy en casa. —habló fuerte y claro, cerrando la puerta detrás de el. Su madre probablemente saldría preocupada y lo abrazaría, pues esta se oponía a la idea de que su bebé trabaje.

Jimin tenía claro que no les hacía falta dinero, vivían en una zona decente y tenían una casa demasiado grande para dos personas. Agregando también, que mantenía una cuenta en el banco con altas sumas de dinero. Para el menor trabajar era buscar su independencia, no sabía cómo tenía todo ese dinero, y tampoco quería saberlo, sólo quería ganarse la vida por el mismo. No con ayuda del resto.

ᴇʟ ʜɪᴊᴏ ᴅᴇ ʜᴀᴅᴇᴤ⸙ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora