distracciones

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Si hay algo claro y sabido, es que Lionel Scaloni es casi maratonista una vez que termina de encamarse con alguien. Ningún hombre o mujer ha tenido el placer de dormir a su lado por una noche entera, y a él le gusta de esa manera. Si no hay ataduras es mejor, si no dejo mi olor en las sábanas es más fácil olvidarme, se recuerda más de una vez a sí mismo. De todas maneras no es tan sencillo para sus víctimas, Lionel es más que difícil de olvidar por su destreza y carisma , y su perfume ha dejado más de un incendio en camas ajenas. Todos lo quieren, todos esperan con ansias su chance con el tan conocido langa de la escena bohemia.

Camino a su departamento compartido con Walter, luego de compartir una cama por primera vez en meses y dormir como nunca en su vida, Lionel se replantea y recuerda la noche anterior. Se acuerda del vino, del porro, del texto de Hesse, de la guitarra vieja y lo angelical que se veía Pablo tocándola hasta que cayó en los brazos de Morfeo; sorpresivamente todo seguía claro en su mente. Se estremece, un escalofrío recorre su espalda al sentir el fantasma que dejó el roce de su piel con la de Pablo.

Lionel no suele dudar ni arrepentirse, pero algo dentro suyo no puede dejar de preguntarse por qué se siente de esta manera. Su atracción fue ya aceptada desde que se conocieron, le tenía bastantes ganas al chico y lo sabía más que bien, pero dormir en su cama y sentir su calor era diferente. Se sentía más complejo que una mera atracción sexual.

Indudablemente el mayor lo considera un amigo, un compañero al que admira artísticamente, pero algo se siente diferente con él. En el transcurso de este tiempo desde que se mudo se conocieron más y más, pero siempre en grupo, nunca uno a uno sin contar la vez que milagrosamente la vida los encontró en su taxi. Mientras más vueltas le da a todo el asunto en estos días Lionel se enreda entre signos de pregunta y poemas espontáneos, de esos que no le salen escribir hace mucho. El camino hacia su hogar no es largo, incluso es de los que más cerca vive, pero por alguna razón las cuadras se sentían cada vez más largas. Él se lo quiere atribuir al cansancio, pero bien sabe que es su cabeza y esos pensamientos confusos dando vueltas los que lo tiran hacia atrás.

"Ya era hora," saluda Walter a su manera con un pucho entre sus labios y sin despegar los ojos del diario de hoy una vez que Lionel abre la puerta. No contesta, solo camina hacia la pequeña cocina y se sirve del café que preparó su amigo para luego unirse a él en la mesa.

Un, dos, tres minutos de silencio pasan mientras Lionel intenta hacer otra cosa que no sea explotar, ya sea moviendo su pie de arriba a abajo o buscando mil y un posiciones más cómodas en la pequeña silla en la que se encuentra. Walter parece darse cuenta de su nerviosismo pero no indaga hasta que este, inminentemente, estalla.

"¿Cómo hago para olvidarme de alguien por mi bien sin olvidarme de ese alguien en su totalidad?"

Walter baja lentamente el diario y mira a Lionel sin expresión alguna. Ya acostumbrado a sus ocurrencias sabe que es mejor no tirarle madera al fuego, pero cuando nota un destello particular en los ojos de Lionel y como su voz acaramelada se amarga al preguntar sabe que quizás es algo necesario de hablar.

"Explayate."

Lionel bufa, se para rápidamente y comienza a deambular por el pequeño espacio que hay, "¿Viste cuando conocés a alguien que... te gusta tanto que te hace mal? Y te lo queres olvidar o alejarte, pero es imposible porque en realidad no lo queres olvidar o dejar ir por razones infinitas y que hasta sobrepasan tu existencia, por que te importa pero tambien te importa que tod-"

"¿Tanto lío para decirme que te está gustando Aimar?"

La interrupción crea otro silencio ya que el contraste del tono panicoso de Lionel contra el calmo de Walter produjo un choque que dejó atontado al antedicho. El que está de pie no se anima a decir nada y se sienta, el que está sentado no cree necesarias más palabras y se para a buscar un café.

1964 // aimar x scaloniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora