~Bajo la luz de la luna y los delicados copos de la blanca nieve, sellaron su amor con un beso, ambos se sentían completos al fin~
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Akane Nakano, líbero y capitana del club femenino de voleybol de la preparator...
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-¡¡¡EL PARTIDO!!!-gritó Akane veinte minutos antes de que sonara la alarma-
-¿Eh...? Aka todavía no tocó la alarma, duerme antes de que pase...-dijo adormilado Sugawara- Es la tercera vez que te despiertas...
-No me dormiré ya, quedan 20 minutos que puedo aprovechar, tu descansa un rato más...-dijo ella levantándose-
En un rango de tres minutos él volvió a dormirse, estaba muy cansado y esos veinte minutos le venían de lujo para ello.
-Hola michis, buenos días...-dijo ella cuando cerró la puerta de la habitación para que Sugawara no escuchara nada y pudiera dormir tranquilamente-
Una vez se duchó y se vistió empezó a preparar el desayuno, cortó fresas y yogur con cereales.
Tambien puso comida a los gatos y lavó los platos de la noche anterior.
Ella desde la cocina escuchó la alarma del despertador y pensó que Sugawara ya se abría despertado, pasaron tres minutos y todavía no había venido a desayunar.
-¡SUGAAA ESTÁ EL DESAYUNOOO!- le gritó pero al ver que no había respuesta fue a la habitación-
Camino extrañada por el pasillo, él siempre respondía cuando Akane le hablaba.
-¿Suga...?
Se acercó y le quitó la manta para descubrirle la cara. Se paralizó, Suga le miraba fijamente, con una sonrisa espeluznante. Él intentaba decir algo que ella no podía escuchar bien, era inaudible como un susurro.
-¡VAS A PERDER, PORQUE ERES UNA PATÉTICA!- le gritó-
-¿Suga que dices...?-dijo asustada, él nunca le diría algo así-
La cara de Sugawara se empezó a deformar, Akane lloraba asustada y paralizada. Para ella parecía ser real, el miedo era lo único que sentía. De pronto notó que alguien la empujaba y la intentaba mover desesperadamente.
-¿¡AKANE!?-escuchó en su oído fuertemente- Al fin te despiertas...-suspiró aliviado-
Ella abrió los ojos poco a poco, todo había sido una pesadilla... sin haberlo notado ella tenía lágrimas en los ojos.
Él le secó con las yemas de sus dedos, las lágrimas delicadamente, Sugawara tenía la corazonada de que por los nervios del partido hubiera tenido un mal sueño, y así era.
-Ya está Aka, el partido estará bien, te apoyaré pase lo que pase -la tranquilizó él-
En la cabeza de Akane estaba el sueño en bucle, una y otra vez lo que el chico le había dicho en la pesadilla; esas palabras le quemaban el corazón. Aunque sabía que él no lo pensaba ni lo haría nunca, la quería mucho. Akane se relajó con ese pensamiento y se levantó para cambiarse.
