• Capítulo 1 •

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Los eventos ocurridos días atrás inundaban mi mente tratando de aceptar esta nueva realidad que me acechaba.

Desde que recuerdo mi vida ha corrido cierto nivel de peligro a causa de mi estatus social, no sólo siendo parte de una de las familias más antiguas y adineradas de la ciudad, sino también por provenir de una gran estirpe de brujos que fueron parte junto con otros seres de la construcción de lo que a día de hoy llamamos Zelzys, a pesar de eso, siempre hubo quienes quitaron a aquellos de mi especie sus pilares: los vampiros.

Sin embargo aquello acabó con todo aquel clan que intentó que los brujos nos arrodilláramos ante ellos tras haber matado a mis antepasados, pero eso no impidió que muchos años más tarde nuevos clanes llegaran a la ciudad tras una nueva ley formada por nuestra actual alcaldesa Rya Ferrer, la cual consiste en que cualquier clan de vampiros que deseara residir en Zelzys deberá respetar sin cuestionamientos algunas reglas básicas para su supervivencia dejando el alimentarse de personas inocentes por obligación atrás y sobrevivir con la sangre de aquellas personas desechables como lo eran los asesinos, violadores, pederastas y ladrones que lograron escapar de la justicia.

Aunque tras la noticia dada en mi veintiún cumpleaños estaba segura de que aquello cambiaría.

—Lena, ¿estás con nosotros? —chasquearon los dedos delante de mí sobresaltándome—Ahí estás.

—Disculpa, Daphne, tengo muchas cosas en la cabeza.

—Me he dado cuenta —me sostuvo la mano—, venga, cuéntame tus preocupaciones. Llevas así desde tu cumpleaños y no me has contado nada.

¿Cómo podría? No se me permitía contar lo que pasaban en nuestros ritos puesto que solamente los de nuestra especie comprendíamos a qué nos enfrentábamos, aunque siendo sincera... yo tampoco lo entendía.

Con mi mano libre apreté el bolso donde seguía conservando lo que me obsequiaron mis padres una vez la luna estuvo en su totalidad: un kit para matar vampiros.

Un jodido kit para aquellos que, supuestamente, habían dejado de ser nuestros enemigos; digo supuestamente puesto que ha habido rumores en estos años de desapariciones en sus noches de caza que apuntan que son los responsables. Noches de caza, donde en teoría limpiaban las calles y cuando la luna se pinta de color sangre más peligrosos se volvían, una luna que aparecería dentro de una semana esperando que yo matara a uno para obtener su sangre, para así convertirme en una gran bruja como mi familia.

Maravilloso.

—Cosas de brujos.

—Que sea mestiza no quiere decir que no pueda comprender vuestras tradiciones —rio sin mala intención, la conocía—, soy mitad ninfa mitad sirena, eso sí es horrible.

No pude evitar reírme recordando lo complicada que eran ambas culturas a pesar que cumplían una armoniosa unión.

—Por lo menos no te conviertes en planta —solté.

—Ni en pez, ¿te imaginas que fuese una sardina? Por todos los dioses.

Nos miramos divertidas y entonces sentí una extraña presencia haciendo que una ligera corriente involuntaria de magia viajase por todo mi cuerpo. Intenté relajarme, mi don no tenía secretos por lo que sabía que aquello provenía de un aura distinta a la que estaba acostumbrada a vivir. Mentiría si no dijese que preferiría conjurar almas, a tener que tranquilizarme de que no estaba en peligro puesto que aquella corriente era un sexto sentido.

Mis ojos viajaron por toda la sala.

Daphne y yo habíamos conseguido entradas para poder disfrutar de la semana de la moda siendo este el primer desfile. El escenario había quedado perfecto y los flashes de las cámaras estaban esperando a que todo diera inicio, causándome un gran alivio de no tener que verme involucrada durante algo que quería disfrutar sin interrupciones, además del hecho de que mi tía era una de las diseñadoras que participarían en esta semana tras animarse a seguir sus sueños.

Legado de sangre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora