-Niños no suban tan alto la montaña, podrían caerse y lastimarse – alzaste la voz en vano viendo como los pequeños cachorros te ignoraban - ¡Sé que pueden oírme, no se pasen de listos! – intentaste sonar amenazante en lo que oías las simpáticas risas de los niños burlarse de ti como su autoridad. Negaste resoplando con gracia.
-Estoy detrás de ellos – escuchaste decir a Chris como si estuviera a tu lado y no a casi doscientos metros de distancia – no te preocupes.
-No los pierdas de vista. Son niños traviesos.
-Son niños, ¿Qué esperabas? – lo sentiste reír con una suave y tierna risa – me sorprende que Minho haya subido tan alto esta vez.
-Con sus amigos no le teme a las alturas – explicaste. El lejano rechinar de unas ruedas llamaron tu atención, dejando a Chris hablando solo.
Te pusiste levemente alerta, puesto que no era la hora de salida de los niños y no esperabas la presencia temprana de ningún padre.
Volteaste lentamente adivinando de dónde podía venir el ruido, intuyendo que estaba pasando a través del bosque.
Por si acaso, estabas lista para hacer salir tus garras de ser necesario.
-¿Qué ocurre? – preguntó Chris preocupado al sentir tus feromonas inquietas de repente.
-Un auto se acerca.
-Puedo volver contigo si quieres - ofreció con amabilidad.
-No, descuida. Quédate con los niños.
Diste por finalizada su conversación concentrándote para escuchar el auto que se acercaba cada vez más.
Exhalaste sintiendo paz finalmente al reconocer el olor de su conductor. Era tu hermano.
Caminaste un par de metros hasta llegar a la entrada de autos del jardín de niños, dándole la bienvenida con una cálida sonrisa, pero para tu sorpresa, no estaba risueño como de costumbre.
Su expresión era seria, tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
A través de los vidrios de la camioneta se veía irritado, disconforme, y fue mucho más evidente cuando abrió la puerta para bajarse, y presenciaste en carne propia las feromonas de su estado de ánimo.
Preocupación.
-No te esperaba – dijiste intentando animar el ambiente. Él solo te dio una media sonrisa para luego aprisionarte entre sus brazos. No se veía muy bien. Sus ojos estaban muy abiertos, intranquilos. Inspeccionando el lugar - ¿qué ocurre?
-¿Y los niños? – pregunto luego de unos segundos de no poder percibir bien su olor a la distancia.
-En la montaña con Chan – algo no andaba bien. Se veía agitado y su falta de respuestas estaban poniéndote aún más nerviosa.
-¿Qué montaña?
-Nuestra montaña junto al lago – explicaste frunciendo el ceño. Él ni siquiera te correspondió la mirada - ¿estás bien?, ¿puedes decirme qué está pasando? – siguió ignorándote, viendo a todas partes menos a ti. Como si buscara algo – Jaebeom...
-Kim Namjoon me llamó esta mañana.
Como si de un balde de agua fría encima se tratase, te quedaste sin palabras.
Temblaste un poco sin poder evitarlo, intentando que Jay no notará el repentino cambio de tu estado cardíaco.
No te agradaba la idea de que Kim Namjoon y su gente tuvieran algo que ver con tu hermano, sin importar de que se tratase.