☆ Not a jealous bone (Nyon x reader)

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Summary: Nyon jamás pudo haber imaginado que él es tu favorito.

Warnings: masturbación masculina, oral, eyaculación prematura, sub Nyon más o menos.

Autor's note: jaja pendejo no dura ni 5 minutos, soy ese.

˚₊✩‧₊

Los colores neón provenientes del televisor eran la única luz en la sala, la oscuridad envolviendo cada uno de los rincones de la habitación. No estabas poniendo atención en realidad, los muñequitos bailando con emoción junto a los tonos azul y amarillo brillantes eran más que suficiente para atontarte por completo.

Nyen y Nyon te acompañaban en silencio. Debido a la naturaleza hostil del primero, eran contadas las veces en las que se podía estar de esa manera, sin que tratara de herir a alguno de los presentes.

El albino se restregaba repetidas veces contra tu cuerpo. Acariciabas su gorro gatuno de manera vaga, pues tu interés seguía en el aparato viejo frente a los tres. Siendo sincero, no le caías del todo bien, pero vaya que la satisfacción al ver la cara de imbécil que ponía Nyon era inmensa.

No había que ser muy perceptivo para darse cuenta de lo tocado que se sentía el hombre. ¿Por qué no lo mimas de esa manera? ¿Te molestó algo que hizo? ¿Hizo algo malo? Sus hombros se encogieron ligeramente al pensar lo último.

El vacío en su pecho era grande. Tanto, que hasta consideró clavarle el cuchillo que se encontraba sobre la mesita de noche en la espalda a Nyen. Seguro él se lo regresaría el triple de peor, pero con tal de ser el dueño de tu atención lo consideraría.

Cuando su amo no estaba cerca, tú eras a quien debía servir. No eras igual que Luther, pero tus caricias se sentían casi tan bien como las del castaño.

A lo mejor era por el hecho de que no sabía estar solo. De una u otra forma, no podías juzgarlo. Era imposible no sentirse así si lo tratabas incluso mejor que Luther.

Cuando iniciaste a cabecear y a cerrar tus ojos por periodos de varios segundos, supiste que debías levantarte. No querías dormir hasta saber que Luther llegara, poniendo orden al hogar. Parpadeaste un par de veces, poco a poco sentiste la pesada mirada de alguien sobre ti.

—¿Estás bien, Nyon? —Preguntaste, volteando hacia su dirección.

El nombrado emitió un quejido, asintiendo. Sin haberte convencido del todo, aún así te levantas del sillón e hiciste camino a través del caótico lugar, antes de entrar a la cocina por un vaso con agua.

Nyen, desinteresado de pies a cabeza, se acurrucó en el sillón y cerró los ojos sin decir una sola palabra. El otro hombre gato frunció el seño, observando lo sinvergüenza que era el joven.

Después de unos minutos, se dirigió a la cocina también. Le dabas la espalda a la entrada, por lo que no te percataste de su presencia. Sosegado, se sentó en una de las sillas de la mesa.

Mientras inclinabas el vaso para que el agua entrara a tu boca, veías por la ventana. Tus ojos fijos en el cristal que daba hacia un extenso patio lleno de pastizal no tan largo, pero lo suficiente como para que una persona agachada se escondiera ahí.

Cuando terminaste, pusiste el vaso en el fregadero y volteaste, viendo al hombre que te siguió con anterioridad. A pesar de que su rostro no dejaba muy en claro cómo se sentía, te extrañó que estuviera cabizbajo.

—¿Seguro que estás bien? —preguntaste de nuevo, sentándote en la silla al lado de él.

—Sí, no es nada. —su voz siempre había sido así de suave. Nyon nunca fue de palabras, así que la mayor parte del tiempo debías adivinar qué era lo que sentía. Incluso con Luther, sólo se sentaba a sus pies, esperando cuidados.

RANFREN THiNGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora