Cuando el Sol y la Luna decidieron volver a unirse por última vez dejaron un inesperado resultado, bueno, varios pequeños resultados de aquella mágica y gloriosa unión, pero la Luna no sabrá como decirle a su Sol que estan esperando la llegada de su...
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Miedo
Esa era la única palabra que retumbaba en su mente, cabeza y cuerpo.
Sus manos se aferraban a un pequeño «morralito» su respiración era agitada y sus sombras no eran de mucha ayuda en estos momentos, su principal objetivo era proteger el contenido de este a toda costa, las gotas calientes bajaban por su rostro agotado pero alerta, pero aquel guerrero valiente debía sobrevivir a la ira del rey, bueno del que antes era su rey.
La noche era pesada y mas oscura de lo normal, el chorro de agua de la imponente cascada de aquella celestial montaña le pegaban en el rostro rojizo del mono azabache dándole un poco de frescura, atento ante cualquier situación que llegase a ocurrir, agudizó el oido de sus seis orejas coloridas ante la presencia del “enemigo” quien lo quería capturar.
Miro el oceano ya cerca, Mihou sonrió preparando un portal para lanzarse en el y largarse definitivamente de aquel lugar, concentrado en el lugar donde saldría abrió el orbe morado dando un salto, su libertad tan cerca, soñar no cuesta mucho.
“¡Liu Er Mihou!” Se escucho una voz acercándose al paradero del mono azabache.
Asustado y temeroso fue jalado bruscamente quedando estampado en un roca, el impacto fue doloroso que la pequeña bolsa salió volando igual que su contenido cayendo a unos metros de él.
Mihou con dolor se separo de la roca para ir por el morralito pero de nueva cuenta fue detenido por una mano ajena que lo volvió a estampar en la dureza del pedruzco.
“¿Qué diablos piensas hacer con mis hijos, Mihou?”
Le interrogó de una manera frívola y hasta cierta forma tenebrosa, el pelaje ajeno se erizo ante tal impacto de la voz del causante que huyera de la montaña.
“Pu-puedo explicarlo Wukong”
Le hizo frente retirando la mano ajena de su vestimenta.
“Solo d-dejame ver si estan bien.”
Wukong siguió apretando su agarre hasta el punto de querer matarlo, jamás le contó que iban a ser padres, carajo, quería estrangularlo.
