Tus razones y las mías.

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Aún me cuesta comprender tus razones,
y no logro aceptar
tus palabras...

En mi mente es tan simple,
una suma muy sencilla,
tu amor sumado al mío
es igual a:
una pasión arrasadora

Pero en tu mente...
es en ella,
donde está la ecuación.

Son tus razones
las que pintan este triste escenario.
Donde tú
afligida, rota por dentro y desubicada,
te privas de mi consuelo,
rechazas a mi hombro
que se muere por soportar en el tus cabellos, acompañados de tus lágrimas.

Le dices que no,
al sincero tacto de mis manos que sin segundas intenciones solo pretenden
ser la caricia
a tu dolor.

Les niegas a mis oídos
el placer de escuchar tus lamentos,
que para ellos no hay mejor melodía
que tu suave voz,
aunque a veces esta
se quiebre y delate tu fragilidad.

Porque no dejar que mis brazos sean tu abrigo en tus días de invierno,
y mi pecho tu pequeña cabaña,
donde te aseguro que los males del mundo
no podrán tocarte.

Porque no me dejas la tarea
de alegrar tus mañana,
tus tardes
y tus noches.

No es injusto,
no es amarrarme a nada,
para mi tu presencia no es una carga,
eres un privilegio
uno que la vida me regaló
y a pesar de tu absurdo adiós
no quiero dejarte ir.

No me busques en nadie,
no me compares con otra persona.
Para que tratas de hallar cosas de mi
en alguien más,
cuando todo lo que soy yo
lo tienes a tu disposición,
a tu petición
y reservado solo para ser entregado a ti.

Desearía que te pudieras ver con mis ojos,
así comprenderías mis razones.
con mirarte tan solo una vez
de la forma en que yo lo hago
sabrías porque
reduzco el mundo a ti.

Y sin importar que todo lo que tengas para ofrecerme,
sea un injusto e intermitente vaivén de desequilibrio
como tú lo llamas,
mis razones no lo ven así
para ellas es el sendero de nuestros amores.

Letras para un beso, una lágrima, un café y un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora