02 | capítulo dos

1.1K 123 43
                                    



CAPÍTULO DOS,
PLAN DE ALIMENTACIÓN


Dormiste sólo una hora más luego del suceso en el baño con aquel híbrido salvaje. Cuando te despertaste, que fue alrededor de las siete de la mañana, preferiste quedarte pasmada en tu cama. Sentías tu cuerpo extremadamente cansado, tu cabeza pesar y tus párpados arder; por supuesto, por las pocas horas de sueño que habías acumulado. Te pasas las manos por la cara mientras empezabas a sacar a flote todos los recuerdos arremolinados y confusos de los acontecimientos súbitos de ayer.

Te habías topado con un híbrido, uno que en ese entonces no tenías idea de que lo era, el cual estaba herido y se había desplomado frente a ti. Actuaste según tu pánico, sin ser demasiado sensata, y lo llevaste a tu casa para poder curarlo. Por supuesto, no te esperaste —o no querías esperarte— que fuese un híbrido. Uno de los salvajes. Por eso tu cabeza punza de dolor y tu cuerpo se siente pesado de la tensión acumulada hasta estos momentos.

No querías levantarte de la cama pero debías hacerlo. En primer lugar tenías que comprobar que el híbrido se hubiese ido de tu casa y, en segundo lugar, tenías que empezar tu fatigosa jornada laboral. Así que con el cuerpo adolorido, te levantas y finalmente sales de tu habitación, topándote con tu pasillo desolado y silencioso. La aparente soledad no te hace bajar la guardia, sino que empiezas a caminar con precaución para continuar inspeccionando los alrededores.

Luego de fijarte todos los rincones de tu casa, sueltas un hondo suspiro de alivio cuando confirmas que el híbrido se había ido. Tampoco había saqueado tu hogar, así que pareció irse apenas despertó, posiblemente por una de las ventanas que dejaste abierta. Con esto concluyes que, para tu suerte, tu anterior impulsiva acción no te había costado la vida. Te elogiaste mentalmente por haber dado tu mayor esfuerzo para parecer dócil, también por los cuidados que le diste que de seguro lograron hacerlo comprender que eras confiable.

Te quedas un rato más divagando sobre cómo era posible que te haya entendido verbalmente, aunque nunca emitido una sola palabra. También otros aspectos como su cabello que parecía haber sido cortado a mano torpemente. En definitiva, parecía un híbrido cuyo proceso de socialización natural fue interrumpido para, de alguna forma, acabar en un estilo de vida silvestre. Pronto dejas aquellos cuestionamientos de lado y te metes a bañar. Debías retomar tu rutina diaria, indiferentemente a los sucesos caóticos que te atrapasen.

El primer día de tu rutina tras lo sucedido estuvo envuelto de una espesa tensión y nerviosismo, pues aún temías la posibilidad de que vuelva a aparecerse. Examinabas tus alrededores con frecuencia, dificultándote concentrar tu mente en las tareas vitales. Por razón a tu temor, también evitaste por completo tus caminatas usuales hacia la tienda para comprar lo previsto —tarea que habías postergado debido a los repentinos aconteceres—; en cambio, preferiste conducir tu vehículo y escudriñar cada rincón del trayecto por si alcanzabas a divisarlo a lo lejos, hazaña que nunca se materializó.

Parecía haberse ido de verdad.

El segundo día ya te encontrabas más calmada. Más bien, tratabas de estarlo si querías que todo retornara a la normalidad en tu sosegado estilo de vida. No te quedaba más remedio que construir una mentalidad optimista e ignorar todo pensamiento catastrófico, obligándote a continuar con tu rutina sin más percance. Y para tu suerte, ese día también había transcurrido sin ningún disturbio. Aún así, a pesar de la aparente tranquilidad, todavía no sentías suficiente confianza para retomar tus caminatas, aunque igualmente siendo consciente de que pronto deberías intentarlo si él seguía sin darte señales de vida.

TU (NO) INOCENTE ACOGIDO | todoroki shoto y tú [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora