✦ 34. En cuatro

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La piel brillante y sedosa para la más venosa, la serpiente se retuerce, dura y fogosa, inquieta por entrar en el templo de su virginidad.

Ha rezado de rodillas para el ego alimentar, las caricias son adictivas para el hambriento y el carnicero afila sus gruesos y pianistas dedos.

Azotes en sus melocotones, el corazón tierno pero la mente retorcida, las palabras censuradas, tan dilatadas, las pupilas extasiadas.

Cabalgando miles de sillas, ya lleva re-corridas muchas millas, de sentones y brincos se doblega la gravedad, el sudor es el elixir del que se emborracha el sucio dios.

Todos los placeres del mundo se concentran en los puntos sensibles de las fieras desatadas. Gatas y gatos, maullan en las azoteas, van a buscar quien los tome, muerda y escupa, quién los domine en la noche más oscura.

Ponle miel, cierra el cuarto, pon al revés ese cuatro, extiende sus piernas, haz flexiones, no te controles, el río de orgasmos a penas comienza, flojo el cuerpo, lleno el vientre. Haz el movimiento sutil, la invitación de no llevar prisa, que el empuje con compás es una delicia.

Sensores, vibraciones, temblores, gemidos y maldiciones. Gritos liberados, besos castos, besos novatos, lamidas repentinas. Medias destrozadas, muñecas ceñidas, látex saboreado de fresa o vainilla, hacer un dulce pastelito con fluidos sabor piña.

El cuerpo instrumento antiguo de calientes experimentos, deshacer el amor, derretidos solo por sexo, el corazón ansioso por vivir un poco más, la alma ya liberada, los segundos se pasan, los que se vienen y se van.

Bocados PoéticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora