Capítulo 7

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Es sábado y Daniela caminaba por los pasillos de la publicidad, había llegado temprano a chequear como estaba todo para así ponerse al corriente con su trabajo.

Ya iba de salida cuando se topa con su amigo y jefe, Rob.

—¿Que haces aquí? – Rob le preguntaba con una botella de agua en las manos.

—Poniéndome al día – suspira.

—Es sábado, ve a casa – le dice Rob, bebiendo de su agua.

Daniela suspira cansada.

—Te ves terrible.

—Mi enfermedad es un poco contagiosa.

—Es agradable no tenerte cerca.

—Sí. Por cierto, lamí todas las botellas de agua - dice la castaña y en ese momento su jefe bebía un sorbo de agua. La castaña se iba soltando una risita y Rob se quedó mirando la botella de agua con una mueca en su rostro.

(...)

Kim iba llegando al bar donde quedó encontrarse con su mejor amiga. A la rubia ya se le veía su pancita y estaba muy feliz por su segundo embarazo.

Llega hasta la barra donde se encuentra Daniela y la saluda de un abrazo.

—Hola –Kim.

—Hola –Daniela.

—Oh, hola a ti también -–dice Daniela tocando la pancita de su amiga —Vaya –Daniela niega con la cabeza mirando la prominente panza de su amiga.

—Si, lo se, mi ombligo tiene un código postal diferente al mío.

—Si, sobresale mucho. ¿Como te fue en la cita?


—Bien, muy bien. Mi doctora dijo que todo estaba bien. Gracias a... Dios. Lo siento.

—Está bien. Porque apuesto que mi doctora es más guapa que la tuya.

—¡Daniela! Por favor dime qué no estás coqueteando con tu doctora.

—¿Y que si lo estoy? –Kim la ve con reproche.

—No importa.

—Di lo que ibas a decir.

—No, Yo... Siento que estoy más preocupada acerca de tu enfermedad que tú. Deberías preocuparte por curarte en vez de por tener sexo.

—¿Puedo preocuparme por ambas cosas?

—Podrías por primera vez tomar las cosas en serio. Y no como una broma.

(...)

Daniela se encontraba en su baño, tirada en el piso recostada a un lado del el retrete.
Había estado vomitando por un buen rato, su estado era fatal y su animo estaba por los suelos. A su lado, su compañero fiel. Ramon no dejaba a la castaña para nada.

—Oye, monstruo dormilón, ¿Quieres ir a caminar un rato? Necesitas caminar– el can sigue acostado, ignorándola – Bien. Mamá va a caminar – Ramón no hace ningún movimiento y Daniela lo deja ser.

Daniela salió de casa, con ropa cómoda y camino por un buen rato, hasta que se hizo de noche y entro a un lugar donde estaba tocando música Jazz, su favorita.

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