Prólogo 🌘

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Murmullos indiscretos se alzaban en los pasillos del palacio, las voces no contenían el sentir de los rumores que circulaban desde la madrugada.

Inu No Taisho murió defendiendo a una humana.

Noticias fuertes y contundentes para los demonios menores que servían al general perro. Estaban asustados, eran minoría y no tenían una posición para hablar o decidir libremente su vida como los demonios de alto rango.

La muerte de su señor significaba un cambio de Lord. El problema venía en la descendencia del antiguo señor. Aún no eran demonios maduros, eran crías.

Esperaban no presenciar una masacre.

- Al fin sucumbió. - la alegría se dislumbraba en esa voz. - Madre podrá quitarse un peso muerte de encima.

El viento soplo en el claro. Fríos ojos color dorado miraron con advertencia a la bella mujer. El largo cabello plateado enmarcó más las seriedad y frialdad.

- Calla.

La mujer se sobresalto y bajo la mirada. No le gustaba el tono que uso con ella.

- Onīsan. -

Un gruñido corto su habla.-Hiroko.

Supo cerrar la boca, su hermano parecía tener un pésimo humor a pesar de las buenas noticias.

Un destello en el cielo interrumpió el tenso silencio. Hiroko sonrió en grande al sentir la presencia de su madre.

La habían estado esperando.

- ¡Mamá! - alzó su mano para demostrar su felicidad de verlo.

El único varón presente espero pacientemente al elegante aterrizaje de su progenitor.

Un aleteo, una sacudida y su madre estaba de pie, con sus ropajes impecables y su expresión angelical.

Un demonio de apareciencia sublime.

Hiroko corrió hasta su madre y la abrazo con fuerza, riendo por ser sostenida contra el calor maternal.

- Hiroko, mi bella princesa. - saludó con un suave beso en la coronilla. Ladeó la cabeza al demonio de más altura. - Sesshomaru, hijo mío.

Sesshomaru avanzó con su fría elegancia. Tomó la mano de madre, depósito un delicado beso en los nudillos y junto su frente en el lugar antes mencionado.

- Madre.

- Tan formal como siempre. - el hermoso hombre palmeó la cabeza de su hija. - Aprende de tu hermano, querida.

- Es tan plano. - insulto ante la cara inexpresividad de Sesshomaru. - Sería un horror ser como el.

- Hiroko respeta a tu hermano. - regaño con suavidad. - Ahora, dejemos esto de lado. Tenemos asuntos que atender.

Asintiendo, los dos hermanos se posicionaron a cada lado de su madre. Dejaron atrás su conversación y reforzaron su semblante. Esperaron pacientemente a que algo ocurriera en el palacio.

- Sesshomaru, Hiroko. - llamó para tener su atención. - Su padre a muerto. - ninguno dijo nada. - El gran general perro ya no está aquí para protegerlos.

El aire soplo con fiereza. Los árboles se tambalearon bruscamente y el olor a sangre inundó el claro. Por fin, los traidores comenzaron su revuelta.

- No teman. - hablo ante el claro temblor de su hija y el ceño fruncido de su hijo. - Nadie los tocará mientras respire.

Gruño ante la repentina presencia que se acercaba rápidamente. Provenía del palacio occidental. El significado era claro.

Rebelión.

Sin Inu No Taisho, el riesgo de un levantamiento entre sus filas era enorme. Lo cual significa que el o los retadores lucharian ferozmente entre ellos hasta colocarse en el puesto de líder.

La presencia fue extinguida por otra mucho mayor. Ahora, se acercaba a gran velocidad. El mayor se posicióno para atacar, sus rasgos completos comenzaron rebelarse. Era una advertencia que el retador no escucho.

Hiroko y Sesshomaru tensaron su cuerpo para la huída.

Sin nadie que los contenga, comenzarán a matar todo aquello que tenga sangre del anterior alfa. Su único objetivo es el poder y su descendencia. Descendencia con la pareja anterior del señor.

- Yo. - el hermoso hombre dejo que sus rasgos crecieran. La presencia estaba a tan solo unos metros. La forma original del demonio casi se completó. - Ryu Takashi, - las alas se desplegaron, las garras aparecieron. - matare a cualquier escoria que ose tocar a mis crías.

La forma completa de un dragón blanco primordial se alzó con orgullo y rugió al retador perro que apareció en el claro.

La batalla comenzó. Sesshomaru y Hiroko salieron disparados a los refugios de emergencia. Por mucho que les doliera, su madre dio órdenes de huída si una batalla así se presentaba. Su palabra era ley para ellos.

Su madre los protegiaria, de eso estaban seguros.

Llevaría su victoria contra los rebeldes del clan y se alzaria como lo que es, un digno compañero y padre.

Soledad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora