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II. Un oso y dos humanos

Spreen, el oso, daba vueltas por zonas del bosque donde nunca había estado antes.

Hoy, a diferencia de otros días, amaneció con buen humor, no podía quedarse quieto en un lugar, quería explorar todo lo que no había explorado en el bosque.

Sintió un leve cosquilleo en sus orejas, ¡algo se había posado en ellas!

Era una mariposa, sus alas eran bellas, de un color morado muy fuerte.

El oso se quedó con la cabeza levantada hacia arriba, siguiendo con la mirada a la inquieta mariposa.

Se había quedado embelesado, hasta que el insecto se posó sobre su nariz, haciéndolo estornudar.

La mariposa subió hasta arriba y comenzó a volar entre los árboles.

No, no se lo iba a permitir, iba a atrapar a la mariposa.

Fue corriendo tras la mariposa, juguetón, corrió tanto que llegó hasta el final del bosque, que daba hacia un campo abierto, que tenía más bosque en el fondo.

Era un campo hermoso, nunca antes lo había visto, logró ver a la mariposa, pero ya no era solo una, eran tres… seis… nueve.

Podía ver flores de todo tipo, trigo, otros bichos, un tipo de tierra que desconocía.

Corrió lo más veloz que sus patas le permiten, queriendo llegar hasta donde continúa el bosque, formando lo que se supone es una sonrisa, enseñando sus colmillos a la brisa.

Piensa, en medio de la corrida, que al pato de la laguna le encantaría correr junto a él, los patos pueden salir del agua, ¿verdad?

Supone que sí, lo ha visto salir y sentarse al lado del agua un par de veces.

Cuando llegó al otro lado, nuevamente se cruzó con árboles, aunque algunos, curiosamente, parecían estar cortados como papel.

¡Qué árboles tan raros!

No tenían ni un poco de verde, tampoco un tronco alto, eran pequeños como un bonsai, pero no lucían igual de vivos.

Unas voces desconocidas lo pusieron alerta, conocía muy bien de quienes provenían.

Cazadores.

—¡Para, capo! ¿Cómo mierda llegamos hasta acá?

—¡No sé, wey! Ni siquiera tengo señal.

Ah, bueno, esos cazadores no parecían cazadores.

—Sos un pelotudo, Juan nos va a matar por no avisarle.

—¡Yo no sé ni lo que hago! ¿Por qué no me dijiste que era la peor idea, cabrón?

—¿Eh? Te lo dije SEIS veces, chupapija.

No parecían fuertes, no llevaban rifles.

—Sos un boludo, Alex, si no nos matan Juan y Ari nos va a salir acá un pomberito y nos hace cajeta.

—Ya lo sé, Iván… Espera, ¿cómo dijiste? ¿Pombe- qué?

Las risas de ese cazador "no-cazador" resonaron entre la flora.

Se notaban asustados, podía olerlo, ellos no eran cazadores, los cazadores eran soberbios, creyendo que por tener un arma nada los podría matar.

Decidió salir de entre los arbustos, dándoles una gran sorpresa.

Los dos hombrecitos gritaron, intentando correr hacia direcciones contraria, fallando al chocarse entre ellos.

Uno se alejó, pero el otro se tiró al suelo.

El oso, divertido, lo miró con confusión.

¿Qué se suponía que estaba haciendo?

—¡DIOS, ALEX! ¿Qué mierda haces? ¡Salí de ahí!

Eso es exactamente lo que estaba pensando.

—¡Correle, pinche Iván! ¡Los osos no te atacan si te haces el muerto!

No parece que ese fuera muy inteligente.

—¡Ah, sos un mog…!

El otro, al que "Alex" llamaba "Iván" corrió para levantarlo, jaloneando de él hasta alejarlo.

—¡Hasta el oso te miró con cara de que sos un enfermo de mierda!

—¡Ya, wey!

Logró escuchar en la lejanía, soltando una gran carcajada.

No se había parado a hablar con Quackity, el pato, antes, pero cree que ahora tiene una historia lo suficientemente graciosa para contarle.

patoso ─ ˑ spreenckity duo ੭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora