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«Los terceros».
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SEOKJIN LEE tuvo la gran suerte de nacer dentro de una familia muy, muy, muy y demasiada adinerada. No sólo eran sus padres, todo su linaje ha nacido en una cuna de oro y alimentado con cucharas de oro puro.
Ahora, esta historia no es como las de otros niños adinerados. Todos sabemos que siempre hay dos lados; el bueno y el malo. El rico y el pobre, el feo y el lindo, el del cuerpo muy flaco y el del cuerpo muy obeso, el del color muy pallo y el muy negro; el sí y el no.
Siempre muestran al niño pobre, pero con padres amorosos. Niño adinerado, pero con padres negligentes y en vez de sufrir por la economía familiar, sufre emocionalmente.
Sin embargo, siempre existieron, existen y coexistirán los terceros. Los más o menos, los tal veces, los quizás, los indecisos; el intermedio, los que sobran y la tercera rueda.
Seokjin era parte de ese grupo, de los no sé. Porque él es atractivo, él creció en un linaje adinerado, pero no sufre por la negligencia causada por sus padres, no. Lee es uno de los pocos, de esos 1% afortunados que tienen ambas cosas. A Seokjin Lee nunca le faltó dinero ni amor paternal o maternal.
SEOKJIN LEE es de los seres casi imposibles e irrealmente sanos –en su mayor parte–. Seokjin Lee nunca tuvo problemas para amar. Su vida podría ser la deseada al no tener inconveniente ni desventaja alguna porque tuvo los cumplidos y apoyo emocional en su infancia para crecer seguro física y emocionalmente. Al igual que lo material para cambiar cosas si lo desease, y no hablo sólo de cirugías.
SEOKJIN LEE era el chico perfecto, el de la vida soñada y tan anhelada por los que se maldicen y ahogan tanto en sus penas y miserables vidas o por sus mínimos inconvenientes. No obstante, Seokjin tenía que tener algún problema, algún pensamiento que lo atormentase en las noches cual pesadilla.
