𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫𝐭𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐫

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﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍 Lɪʙᴇʀᴛᴀᴅ ᴅᴇ ᴀᴍᴀʀ

Nuevamente en Nueva York, sintiendo aquella brisa abrazadora sobre su blanca piel, el ambiente de aquel lugar era extraño, pero cálido.

Todo se sentía tan irreal, a través de sus ojos, todo transcurría en cámara lenta, aquellos ojos verdes veían con atención el comportamiento de cada una de las personas que caminaban con lentitud a su alrededor.

Niños pequeños jugando entre sí, parejas riendo, ancianos conversando, personas pérdidas completamente en sus auriculares, algunos otros sentados disfrutando de un buen libro.

Con lentitud giró su rostro hacia un costado, ahí estaba ella, su amada, tomada de su mano, entrelazada entre sus delgados dedos, señalando un jardín repleto de árboles de cerezo a unos cuantos metros de donde estaban.

— ¿Podemos ir? – preguntó, llena de entusiasmo, con un brillo resplandeciente en su mirar.

El "Cherry Blossom de Nueva York", como era llamado por la gente, se trataba de un jardín botánico gigantesco de Brooklyn, el cual contaba con más de trescientos de aquellos árboles rosados, un completo espectáculo incluso para los residentes de aquella ciudad.

Aidan la miró por un segundo, mientras más se acercaban, el reflejo rosado podía visualizarse en aquel par de ojos brillantes y llenos de vida.

— ¿Quieres llegar tarde a nuestra cita con la espiritualista?

Ella negó con la cabeza.

— Mira, cariño. – dijo colocando ambas manos sobre sus hombros, mirándole a los ojos como si fuese un padre intentando negociar con una niña pequeña. — Queda bastante cerca de aquí. Te propongo algo, vamos rápido a nuestra última cita con la espiritualista, y cuando termine, volvemos acá y nos quedamos el tiempo que quieras. ¿Te parece?

Ella asintió con la cabeza.

Aidan sonrió y revolvió un poco el cabello de su amada. Volvió a tomar su mano y caminó en dirección a su destino principal, afortunadamente a unos cuantos minutos de donde se encontraban.

Finalmente llegaron, el de ojos verdes deslizó una cortina de tela que se encontraba como puerta de la vivienda. Ahí se encontraba aquella mujer la cuál los guió para deshacer la maldición con la cual contaban, tenían muchas preguntas, mucho por hablar.

— Aidan, ______. – exclamó sin siquiera abrir los ojos.

Aquella mujer, podía distinguir a la perfección la energía de cada una de las almas con las cuales había tenido una interacción profunda, incluso con los ojos cerrados, incluso sin tener que oír si quiera sus voces.

Los chicos se miraron impresionados por unos segundos, para después tomar asiento sobre unos pequeños bancos de terciopelo rosado, frente a la mujer la cuál se encontraba sentada detrás de un pequeño mostrador, en donde delante de ella habían varias cartas, inciensos y velas aromáticas.

Finalmente abrió los ojos y sonrió, una sonrisa llena de paz, finalmente sentía una energía llena de tranquilidad dentro de aquellos dos jóvenes, dentro de aquellas dos almas viejas.

Con un gesto, indicó que ambos pusieran las palmas de su mano sobre la mesa, con su dedo índice comenzó a leerlas un poco, para después cerrar los ojos y cerciorarse de lo que estaba apunto de decir.

— Quizás no sean espiritualistas o expertos en la rama, pero estoy segura de que pueden sentirlo. – la mujer devolvió su vista hacia el chico. — Aidan, desde que pidieron perdón, ¿Qué fue lo que sentiste?

Aidan tragó saliva antes de responder.

— Un peso menos, ahora me siento como si un peso se me hubiese ido de encima, a pesar de siempre vivir mi vida al máximo, ahora es cuando más siento paz conmigo mismo, con mi pareja, con la vida en sí.

— ¿Sabes cómo se le llama a esto? Libertad chicos, son libres, finalmente todo está resuelto, ninguna maldición se interpone entre el amar de sus almas.

No emitieron ni una sola palabra, ambos ya lo sabían, lo sentían, únicamente querían cerciorarse de que era así. Pequeñas lágrimas comenzaron a recorrer las mejillas de ambos jóvenes, entre risas nerviosas comenzaron a limpiarse las gotas que caían de los ojos del otro, hasta que fue inevitable parar de llorar, decidiéndose dejarse llevar e inundarse entre sus lágrimas en un abrazo lleno de total euforia.

— Ésta vez, vivan su vida como si fuese la última, es posible que como se cerró un ciclo de reencarnación, sea su última vida, una última oportunidad para amarse de inicio a fin. Aún así, no puedo confirmar nada, aunque lleve años y mucha experiencia en esto, hay distintas teorías sobre el número de vidas que tenemos y no es algo de lo que se pueda hablar con certeza. Aún así, les pido que disfruten su vida, merecían ser libres desde hace mucho tiempo y ahora por fin lo son.

Aún con lágrimas empapando completamente sus rostros, ellos asintieron con una sonrisa de oreja a oreja. Ni siquiera tenía que pedírselo, lo iban a hacer.

Ambos agradecieron por todo a la mujer antes de tomarse de la mano y salir corriendo de la vivienda con paso rápido y firme hacia los árboles de cerezo.

Cuando llegaron, _______ tomó un gran puño de aquellos pétalos rosados que se encontraban en el suelo y los comenzó a lanzar por los aires. Aidan la miraba con una mirada llena de dulzura, con su celular comenzó a grabarla sin que se diese cuenta.

— ¿Cómo te sientes? – preguntó en voz alta, audible para ella, y para el video.

— Libre. – respondió sin más, ambos sabían que era la palabra exacta, la única palabra que podía definir a la perfección lo que sentían aquellas dos almas amantes, libertad de amarse sin tener que ser condenados a sufrir.

— _______ . – llamó, haciéndola voltear, percatándose de la cámara frente a ella, aún así decidió ignorar el celular y ver a ese par de lindos ojos verdes, a esos labios finos que habían pronunciado de una manera dulce su nombre. — Desde que te amo, pero sobre todo en este momento, entiendo el significado de libertad y el porque lo veo con mayor claridad en relación con nuestro amor. Hay tantos significados que tú les das el verdadero sentido. Disfrutar de la vida ahora que somos libres es algo que sólo quiero hacer a tu lado, así que por favor permíteme ser parte de ti, por el resto de tu vida.

Ella sonrió, se acercó un poco al chico, se paró sobre las puntas de sus pies y dió un tierno beso sobre la mejilla del ojiverde.

— Ya lo eras incluso antes de que fuésemos libres Aidan, desde siempre has sido parte de mí, por el resto de mis días vivirás en mi, en mi alma, sea o no nuestra última vida.

Aidan suspiró y dejó de grabar.

— ¿Realmente crees que ésta sea nuestra última vida? Es decir, ahora que no contamos con ninguna maldición.

— El tema de la reencarnación es un tema sin respuesta, a pesar de no contar con la maldición, no sabría si existiría la posibilidad de que fuese o no nuestra última vida.

— ¿Te imaginas que reencarnara como un famoso y tú como mi fan? - dijo entre risas.

Ella rió de igual forma. — Todo puede pasar.

Aidan tomó una de las manos de su chica, y con la otra, recogió el cabello que estaba sobre su rostro y lo llevó por detrás de su oreja.

— El punto es que, a pesar de la distancia, las vidas y las circunstancias en las que estemos, estaré en ti, como tú en mí.

— Así es, disfrutaremos de esta vida, como si fuese la última.

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