𝐃𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐚𝐠𝐫𝐢́𝐨

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﹏﹏﹏﹏﹏﹏﹏;;📍 Dᴜʟᴄᴇ ᴀᴍᴏʀ ᴀɢʀɪ́ᴏ

Un matrimonio sin amor, eso era lo que estaba viviendo Aidan Gallagher.

Ahora más que nunca, odiaba haber nacido dentro de la familia real.

— ¡Aidan! Pedí que me hicieran un vestido que combinara con tu traje, con las mejores telas del reino, se verá increíble.

— Seguro.

Daphne bajó de la gran cama y se acercó al príncipe, el cual se encontraba recostado sobre un inmenso tocador.

— ¿Estás bien?

— ¿Te parece que lo estoy?

— Olvídate de esa plebeya, ahora eres mi esposo y no podrás cambiar eso.

— Tampoco podré cambiar mis sentimientos por ella, así que no me pidas hacer un imposible.

Daphne suspiró profundo, de alguna forma, aún sabiendo que Aidan no podía cambiarla por una plebeya, le dolía no ser correspondida.

El hecho de saber que el amor de tu vida tenía al amor de su vida y era correspondido dolía más que nada, y no podía hacer nada para cambiar esos sentimientos, más que actuar de acuerdo a los códigos de conducta de la realeza.

— Lamento mucho que te hayas enamorado de esa mujer, sin embargo, haré lo posible para amenizar tus días a mi lado, como tu esposa.

— La olvidaré, gracias por tu apoyo.

Claramente mentía, no lo haría, solo no quería tocar más el tema.

— ¡Ese es mi marido! – sonrió, abrazándolo eufórica. — Verás que todo mejorará, mi amado príncipe.

Aidan no podía culparla, era una princesa enamorada, ella tampoco podía cambiar ni hacer nada más que actuar de acuerdo a como le fue indicado. Ella lo hacía a la perfección, incluso con sentimientos por él incluidos.

Pero él, él no sentía nada por ella.

Un matrimonio forzado no podía cambiar sus sentimientos por su amada, ni en esta ni en otra vida, jamás amaría con la misma intensidad que lo hacía con ella.

Cada noche Aidan salía del castillo, siendo sumamente cauteloso, conocía el castillo a la perfección, sabía los puntos en donde no había vigilancia y podía salir, cada noche llevaba consigo las mejores flores del reino para entregárselas a su amada ______ como muestra de su amor.

— Son preciosas. – exclamó ______ oliendo el aroma que desprendían las rosas.

— No tanto como tú, cariño.

— Es peligroso que vengas cada noche a estas horas. – susurró.

— ¿No te dije ya que estaba dispuesto a correr peligro con tal de estar contigo?

— Si la princesa Daphne llega a enterarse de esto...

— No lo hará.

Noche tras noche se repetía la misma hermosa rutina, visitarla bajo la luz de la luna y las estrellas era su mejor panorama, cada noche cobijados por la esencia de los girasoles a su alrededor, su lindo punto de encuentro.

Aidan Gallagher estaba por salir una vez más.

Daphne abrazó soñolienta a Aidan el cual yacía acostado a su lado, sintió como el chico se liberó del abrazo con cuidado hasta salir de la cama, entreabrió un poco los ojos, estaba cambiando sus telas de seda por un traje, ¿Qué planeaba su cónyuge? ¿A dónde iría?

Nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora